En mi paìs - si es que tengo lo que se llama paìs - o lo que aùn queda de èl, he conocìdo lugares encantadores, esplèndidas realidades de todo tipo, claro que las conocì hace ya un buen tiempo, pero desde hace un par de meses, volvì a sentir las ganas de viajar y me decidì por ir a visitar un lejano pueblito, Atlacomulco, ubicado en lo que hoy se conoce como el Estado de Mèxico. Experimentaba una gran curiosidad por ver hasta què punto ese pueblito se habìa convertido tan famoso. Me contaron que ahì habitaba una gran tribù mazahua, cuyos guerreros antaño, habìan derrotado a grandes combatientes de otras lejanas tierras de por allà del sur del paìs, me parece que esos teritorios eran de por Tabasco, en la Macuspana, tierra de Pejes Lagartos y Chaneques...Me decia, esos mazahuas habràn podido evolucionar y adaptarse a los usos y costumbres de los tiempos que hoy transcurren. Para eso era mi viaje precisamente, para constatar y averiguar de muto propio, si las cosas fueron tal cual me las habìan platicado.
Y, ni que decir, quedè defraudado en mis expectativas sobre esos intrèpidos mazahuas. El ùnico avance logrado en el pueblito durante tantos años, fue proporcionar el auxilio de un reportero para todo visitante que se atreviera a estar con ellos, mismo que segùn la categorìa de uno, rendìa honores a nombre del Tlatoani de la tribu. Como mi categorìa caìa dentro del rubro de visitante distinguido por ser escritor, fuì recibido por el meritito Presidente de la Repùblica que radicaba, sin saberlo yo, en ese simpàtico y folklorico lugar. Imagìnense ustedes mi sorpresa!!! Antes de llegar al importantìsimo encuentro, tuve que hacer, ante un representante del gobierno, una breve exposiciòn de mi ideologìa y en particular, de mis opiniones sobre los mazahuas. Todo eso me resultò muy chistoso, asombroso pero a la vez tambièn, muy conmovedor.
-Señor- le dije con mucho respeto-, no dominò su dialecto, asì que espero me permita decir sòlo lo imprescindible. Mi ideologìa es la del lugar que visito y veo que aquì reina el amor y ya todo lo demàs, cae por su propio peso.
- ...Y que me corrige de inmediato:
-Para nada mi buen y distinguido visitante, esa postura es la de los pueblos tabasqueños que conquistamos antaño, aquì vivimos puras estrellas del celuloide, copetudos y muy machines, y para nada eso del amor...
Reina un silencio sepulcral, interrumpido tan sòlo por la electricidad de mi cerebro que trabaja a la màxima presiòn para captar las palabras proferidas por ese impactante representante del gobierno.
-Por lo que hace a mis opiniones acerca de ustedes, provienen de las màs verìdicas fuentes y se refieren a una profunda admiraciòn por la valentìa de su poderoso ejèrcito, por ese motivo fue que quise repetir esta visita.
Nuevamente se hizo el silencio. El cuello que tenìa el representante, era del mismo perìmetro que su cintura o màs bien de su grandisima barriga. Parecìa màs que mazahua, un tremendo vikingo de tez semiafricana con unos tremendos cachetes, del tamaño de sus muslos y todo èl, a punto de quebrar sus piernas por el tremendo peso que se cargaba.
-Usted- continuò èl-, es muy reconocìdo en este lugar. Su nombre no nos es desconocìdo. Nuestro departamento de propaganda sigue atentamente todas sus declaraciones acerca de nosotros y no ignoramos que usted es autor de varios escritos alusivos a nuestros usos y costumbres que aparecieròn en varias revistas turìsticas.
-En la madre-me dije-, ahora si me llevò la rechingada!!! Y al decir esto( y cosas peores todavìa), me dieron ganas de ir al baño, pero me aguante. El atardecer se hizo obligatorio para todo bicho viviente del lugar. Quiera que no, me tuve que tragar enterita la hora decadente de la naturaleza como una pèsima señal de penumbra sintièndome ya como un simple espìritu màs a punto de partir de està tierra. Està era la hora màs negra de mi vida.
-Què belleza!- exclamò el titan morenazo mazahua, señalàndo el cielo color tomate-. El pueblo envueltò en la penumbra, sin ningun foco que obstaculice estas hermosas tonalidades- rematò.
-Señor- le preguntè con mucho tacto- ¿si tiene alumbrado el pueblo, verdad?
-Què va hombre, nosotros aquì no echamos brillo artificial nunca. En este pueblo sòlo alumbran los santos...
Su tono de voz era un tanto osco, lo cual me indicaba que mis declaraciones anteriores sobre la tribu mazahua, no habìan encontraron mucho eco en èl. Por un momento pensè en huir de ese lugar extraño y lùgubre.
-Discùlpeme ¿ya le mencionè que serà para mì un honor acompañarle en su recorrido por nuestro pueblo y hacer que usted advierta los cambios que nuestro señor Presidente ha llevado a cabo?
-Por supuesto- contestè de inmediato mintièndole.
-Mire usted- prosiguiò mi ahora guìa-, le voy a ser sincero. Nos interesa publicitar en todo lo posible a nuestra tribu con la fama de catòlicos, apostòlicos y romanos. Nuestro Presidente, quiere borrar toda huella de los antiguos dioses y los cultos de los sacrificios humanos, hay un maldito partido pequeño que quiere introducir el culto a la santa muerte.Ya sabe, una chifladura de algunos lìderes extravagantes y ya no podemos controlar ese ridìculo asunto y la prensa local lo està relacionando con la reorganizaciòn que està llevando a cabo nuestro señor Presidente.
- ah, ya- pensè para mi-, entonces quieren que yo escriba algo al respecto para las revistas en las cuales trabajo. Y me callè de inmediato.
-Por supuesto- contestò sarcàsticamente-, incluso hemos construìdo ya un padrecito de cemento que hacemos creer a nuestra tribu que predica desde el pùlpito. De esa forma estamos empezando a transformar las cosas.¡ Aj! ¡ uf! ¡op! - asì hacen los mazahuas para exteriorizar su contento mediante estos monosìlabos.
-Ah, ya- exclamè-, ¿ Por què se rie usted?- le preguntè asombrado.
-Veo en su cara que usted siempre aterriza muy bien las cosas, su espìritu es muy àgil. Muy bien.
-Efectivamente- mentì de manera educada-, ¿ Podrìa proporcionarme màs informaciòn sobre el asunto?
-No hace falta, para eso està usted mi amigo...Invente por favor! Estamos en confianza...
-Tengo que pensarlo-repuse-. El catolicismo no es mi fuerte, ni mi especialidad...
-Bien, ya lo entiendo-exclamò mi acompañante en tono màs amable y comprensivo-, aunque sea publique algo acerca de algunas aportaciones muy creativas de nuestro señor Presidente.
-Muy bien- exclamè tambièn con bondad.
Siguiò un momento de silencio, pero inmediatamente se escuchò un sonido como de un motor de auto. Me condujo al coche, que ya nos esperaba y en animada conversaciòn viajamos por el interior del pueblito...
-Mire usted que hermoso- apuntò con mucho regocijo-, asì ha resuelto nuestro primer mandatario la crisis contemporànea: la alimentaciòn, por ejemplo, vea como todos le han ido perforando otros hoyos a su cinturon, eso ayuda a que reduzcan el tamaño de sus cinturas y coman menos.
- Y usted no luce asì- lo increpè molestò.
-Efectivamente- contestò de inmediato y sonrriendo-, yo soy un sìmbolo de abundancia en este pueblo y muy reconocido-continuò con un tono màs adusto el gran mazahua-. En cuestiòn de transportes, el señor Presidente habilitò unas camionetitas en las que se trepan los animales y la gente viaja en unos grandes estribos a los cuales se les habilitò con unos cepillos de cerdas de acero y de esa forma tambièn se aprovechan los viajes para barrer el pueblo, claro que se hace un tremendo terregal, pero nuestro Presidente, que ha viajado mucho, dice que asì nos parecemos a Londres con su neblina.
Me iba a reir, pero mejor me callè...
-Mire usted- prosiguiò mi guìa-, respecto al asunto de las viviendas para la colectividad, hemos solucionado todo de manera igualitaria y ràpidamente, el señor Presidente nos trajo a unos super asesores y nos enseñaron a clavar un palo en el suelo y le colocamos una lona por encima y santo remedio, lo malo es cuando sopla el viento, viera usted como se desploman las construcciones, para que le cuento... Y continuò en tono de resignaciòn: Lo que si abunda aquì en Atlacomulco, son las sillas, dice nuestro Presidente: ¨Poco importa que las crisis duren, si podemos esperar sentados a que pasen, las crisis con sillas son menos¨...Le digo que es todo un sabio zen, para que queremos ser catòlicos, ¿ no? -finalizò.
Despuès de todo lo escuchado, porque poco se podìa ver en el oscuro pueblito, pese a que lo habìan llenado de santos alumbradores por todas partes, mi esfuerzo para sostener la conversaciòn, llegò al lìmite. Por fortuna, en aquel momento pasò una de las camionetitas barredoras, peguè un gran salto y caì exactamente en el estribo, y ahì se ven...
-Adios, pinche gordinflòn!!! Caracoles a tu Presidente!!!
Y, ni que decir, quedè defraudado en mis expectativas sobre esos intrèpidos mazahuas. El ùnico avance logrado en el pueblito durante tantos años, fue proporcionar el auxilio de un reportero para todo visitante que se atreviera a estar con ellos, mismo que segùn la categorìa de uno, rendìa honores a nombre del Tlatoani de la tribu. Como mi categorìa caìa dentro del rubro de visitante distinguido por ser escritor, fuì recibido por el meritito Presidente de la Repùblica que radicaba, sin saberlo yo, en ese simpàtico y folklorico lugar. Imagìnense ustedes mi sorpresa!!! Antes de llegar al importantìsimo encuentro, tuve que hacer, ante un representante del gobierno, una breve exposiciòn de mi ideologìa y en particular, de mis opiniones sobre los mazahuas. Todo eso me resultò muy chistoso, asombroso pero a la vez tambièn, muy conmovedor.
-Señor- le dije con mucho respeto-, no dominò su dialecto, asì que espero me permita decir sòlo lo imprescindible. Mi ideologìa es la del lugar que visito y veo que aquì reina el amor y ya todo lo demàs, cae por su propio peso.
- ...Y que me corrige de inmediato:
-Para nada mi buen y distinguido visitante, esa postura es la de los pueblos tabasqueños que conquistamos antaño, aquì vivimos puras estrellas del celuloide, copetudos y muy machines, y para nada eso del amor...
Reina un silencio sepulcral, interrumpido tan sòlo por la electricidad de mi cerebro que trabaja a la màxima presiòn para captar las palabras proferidas por ese impactante representante del gobierno.
-Por lo que hace a mis opiniones acerca de ustedes, provienen de las màs verìdicas fuentes y se refieren a una profunda admiraciòn por la valentìa de su poderoso ejèrcito, por ese motivo fue que quise repetir esta visita.
Nuevamente se hizo el silencio. El cuello que tenìa el representante, era del mismo perìmetro que su cintura o màs bien de su grandisima barriga. Parecìa màs que mazahua, un tremendo vikingo de tez semiafricana con unos tremendos cachetes, del tamaño de sus muslos y todo èl, a punto de quebrar sus piernas por el tremendo peso que se cargaba.
-Usted- continuò èl-, es muy reconocìdo en este lugar. Su nombre no nos es desconocìdo. Nuestro departamento de propaganda sigue atentamente todas sus declaraciones acerca de nosotros y no ignoramos que usted es autor de varios escritos alusivos a nuestros usos y costumbres que aparecieròn en varias revistas turìsticas.
-En la madre-me dije-, ahora si me llevò la rechingada!!! Y al decir esto( y cosas peores todavìa), me dieron ganas de ir al baño, pero me aguante. El atardecer se hizo obligatorio para todo bicho viviente del lugar. Quiera que no, me tuve que tragar enterita la hora decadente de la naturaleza como una pèsima señal de penumbra sintièndome ya como un simple espìritu màs a punto de partir de està tierra. Està era la hora màs negra de mi vida.
-Què belleza!- exclamò el titan morenazo mazahua, señalàndo el cielo color tomate-. El pueblo envueltò en la penumbra, sin ningun foco que obstaculice estas hermosas tonalidades- rematò.
-Señor- le preguntè con mucho tacto- ¿si tiene alumbrado el pueblo, verdad?
-Què va hombre, nosotros aquì no echamos brillo artificial nunca. En este pueblo sòlo alumbran los santos...
Su tono de voz era un tanto osco, lo cual me indicaba que mis declaraciones anteriores sobre la tribu mazahua, no habìan encontraron mucho eco en èl. Por un momento pensè en huir de ese lugar extraño y lùgubre.
-Discùlpeme ¿ya le mencionè que serà para mì un honor acompañarle en su recorrido por nuestro pueblo y hacer que usted advierta los cambios que nuestro señor Presidente ha llevado a cabo?
-Por supuesto- contestè de inmediato mintièndole.
-Mire usted- prosiguiò mi ahora guìa-, le voy a ser sincero. Nos interesa publicitar en todo lo posible a nuestra tribu con la fama de catòlicos, apostòlicos y romanos. Nuestro Presidente, quiere borrar toda huella de los antiguos dioses y los cultos de los sacrificios humanos, hay un maldito partido pequeño que quiere introducir el culto a la santa muerte.Ya sabe, una chifladura de algunos lìderes extravagantes y ya no podemos controlar ese ridìculo asunto y la prensa local lo està relacionando con la reorganizaciòn que està llevando a cabo nuestro señor Presidente.
- ah, ya- pensè para mi-, entonces quieren que yo escriba algo al respecto para las revistas en las cuales trabajo. Y me callè de inmediato.
-Por supuesto- contestò sarcàsticamente-, incluso hemos construìdo ya un padrecito de cemento que hacemos creer a nuestra tribu que predica desde el pùlpito. De esa forma estamos empezando a transformar las cosas.¡ Aj! ¡ uf! ¡op! - asì hacen los mazahuas para exteriorizar su contento mediante estos monosìlabos.
-Ah, ya- exclamè-, ¿ Por què se rie usted?- le preguntè asombrado.
-Veo en su cara que usted siempre aterriza muy bien las cosas, su espìritu es muy àgil. Muy bien.
-Efectivamente- mentì de manera educada-, ¿ Podrìa proporcionarme màs informaciòn sobre el asunto?
-No hace falta, para eso està usted mi amigo...Invente por favor! Estamos en confianza...
-Tengo que pensarlo-repuse-. El catolicismo no es mi fuerte, ni mi especialidad...
-Bien, ya lo entiendo-exclamò mi acompañante en tono màs amable y comprensivo-, aunque sea publique algo acerca de algunas aportaciones muy creativas de nuestro señor Presidente.
-Muy bien- exclamè tambièn con bondad.
Siguiò un momento de silencio, pero inmediatamente se escuchò un sonido como de un motor de auto. Me condujo al coche, que ya nos esperaba y en animada conversaciòn viajamos por el interior del pueblito...
-Mire usted que hermoso- apuntò con mucho regocijo-, asì ha resuelto nuestro primer mandatario la crisis contemporànea: la alimentaciòn, por ejemplo, vea como todos le han ido perforando otros hoyos a su cinturon, eso ayuda a que reduzcan el tamaño de sus cinturas y coman menos.
- Y usted no luce asì- lo increpè molestò.
-Efectivamente- contestò de inmediato y sonrriendo-, yo soy un sìmbolo de abundancia en este pueblo y muy reconocido-continuò con un tono màs adusto el gran mazahua-. En cuestiòn de transportes, el señor Presidente habilitò unas camionetitas en las que se trepan los animales y la gente viaja en unos grandes estribos a los cuales se les habilitò con unos cepillos de cerdas de acero y de esa forma tambièn se aprovechan los viajes para barrer el pueblo, claro que se hace un tremendo terregal, pero nuestro Presidente, que ha viajado mucho, dice que asì nos parecemos a Londres con su neblina.
Me iba a reir, pero mejor me callè...
-Mire usted- prosiguiò mi guìa-, respecto al asunto de las viviendas para la colectividad, hemos solucionado todo de manera igualitaria y ràpidamente, el señor Presidente nos trajo a unos super asesores y nos enseñaron a clavar un palo en el suelo y le colocamos una lona por encima y santo remedio, lo malo es cuando sopla el viento, viera usted como se desploman las construcciones, para que le cuento... Y continuò en tono de resignaciòn: Lo que si abunda aquì en Atlacomulco, son las sillas, dice nuestro Presidente: ¨Poco importa que las crisis duren, si podemos esperar sentados a que pasen, las crisis con sillas son menos¨...Le digo que es todo un sabio zen, para que queremos ser catòlicos, ¿ no? -finalizò.
Despuès de todo lo escuchado, porque poco se podìa ver en el oscuro pueblito, pese a que lo habìan llenado de santos alumbradores por todas partes, mi esfuerzo para sostener la conversaciòn, llegò al lìmite. Por fortuna, en aquel momento pasò una de las camionetitas barredoras, peguè un gran salto y caì exactamente en el estribo, y ahì se ven...
-Adios, pinche gordinflòn!!! Caracoles a tu Presidente!!!
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