miércoles, 1 de febrero de 2012

LAS PIRAMIDES (PARTE II )


Las grandes ciudades prehispánicas constituyen hasta la actualidad, un misterio tanto para los arqueólogos, como para los científicos de todo el mundo. Del esplendor de aquellas civilizaciones, se conservan aún, algunas muestras arquitectónicas, quizás unas cincuenta edificaciones en total en el territorio mexicano, mismas que provocan no solamente asombro sino que conducen a preguntar: ¿Cómo estaban las mentes de aquellos constructores que sin la asistencia de tecnología apropiada, como la actual, fueron capaces de edificar esas enigmáticas, sobresalientes y bellas estructuras? ¿Serían esas pirámides puertas a otras dimensiones, a otros mundos? ¿Los arquitectos nativos serían los que las construyeron por mandato de dioses de otras latitudes del universo? ¿Conoceremos algún día el significado real de esos enormes monolitos de diferentes formas geométricas que se encuentran ubicadas en Egipto, México, Guatemala, Honduras y el Perú? ¿Nuestra tierra ha visto evolucionar a una sola humanidad o han existido otras anteriores o paralelas?

Por centurias se han llevado a cabo especulaciones de todo tipo. Una de las respuestas está sin duda en el cosmos mismo, en el espacio intergaláctico.
Veamos:
La especie bípeda solo ha alcanzado la edad de cuatro millones de años. En cuestiones de descubrimientos, el fuego y su uso datan de unos quinientos mil años. La rueda para facilitar el transporte, se remota a unos tres mil o cuatro mil años. El interés por los astros y sus cálculos, son de apenas unos mil años antes de la era cristiana. El telescopio para observar la luna, surge en los años 1600 después de Cristo. Apenas en los 1800 aparecen nuevos inventos. En concreto, somos extremadamente jóvenes, estamos, se podría decir, empezando a caminar. ¿Que pueden significar unos cientos de miles de años de nuestra existencia, ante los millones de un pasado remoto? Todo lo queremos contemplar con la soberbia y la petulancia de los efímeros y circunstanciales y transitorios logros de nuestra equivocada cultura y muy gastada civilización. Desde esa perspectiva, todo lo anterior resulta poca cosa, aunque los fabulosos y enigmáticos vestigios estén todavía ahí presentes. Vestigios que no podrían ser edificados, ni construidos ni entendidos con la tecnología más sobresaliente actual. Los científicos, ignoran o desprecian lo antiguo; la ciencia oficial no da cabida a nada que no reporte una utilidad material o tangible, por ejemplo la caja de Pandora bien podría simbolizar a la ciencia actual, ya que con gran frecuencia surgen de ella desdichas, epidemias, dolores, sufrimientos y penas: Energía nuclear que se convierte en bombas de destrucción masiva. Vacunas en guerras bacteriológicas que se transforman en pandemias, como el mismísimo Sida, surgido y creado en laboratorios secretos. ¿Para qué invertir en escudriñar rocas o piedras con formas extrañas pérdidas en selvas inhóspitas, qué utilidad tendría eso? ¿A quiénes o a quién le podría importar el pasado de nativos extintos?
La ciencia oficial reconoce las cosas cuando ya ha pasado mucho tiempo y eso cuando se le da la gana de hacerlo...

Las pirámides, esos enormes monolitos de diversas formas geométricas debieron pertenecer a un conjunto de constructores excelentes que además conocían los lugares precisos y exactos para el levantamiento de tan enigmáticas y soberbias construcciones. Si por ejemplo se tomará una fotografía desde un satélite a la pirámide del Adivino o la de Kukulkán o a la pirámide del Sol y se tratará de encontrar un sitio mejor para sus ubicaciones, no sería posible encontrarlo, esas pirámides están matemáticamente acopladas a los sitios en los que fueron edificadas. Sobre mapas antiguos se ha comprobado que esos edificios se encuentran en ubicaciones excepcionales y que por ejemplo la pirámide de Keops en Egipto y la del Sol en Teotihuacán, tienen la misma forma geométrica, son idénticas, sólo que la egipcia es mucho mayor que la mexicana y más antigua. Pero la base cuadrada de ambas pirámides, están colocadas cuidadosamente de tal manera que sus lados quedan perfectamente alineados con toda la exactitud y precisión al norte, al sur, al oeste y al este. Eso sólo puede lograrse con ayuda de una tecnología muy avanzada donde se aliaban la astrología, la astronomía, las matemáticas, la arquitectura y la geografía misma. La pirámide del Sol por su tamaño y estructura, sus lados forman triángulos equiláteros perfectos. Los constructores y los equipos auxiliares de aquellas épocas conocían a la perfección la longitud media de la órbita terrestre alrededor del sol, la densidad específica del planeta tierra, el ciclo de 26 000 años de equinoccios, la aceleración de la gravedad y la velocidad de la luz, pero sobre todo eso, que no es poca cosa, conocían las propiedades curativas y las cargas energéticas que emanaban y producían esas magníficas pirámides, en beneficio de quienes se introducían en ellas, no en balde estaban integradas por pasadizos y recámaras secretas. La forma piramidal, equilibra la energía del planeta, porque ellos sabían desde ese entonces, que en la tierra vivimos dentro de un imán que está equilibrado por dos polos, así la base de la pirámide hace las veces de imán natural que al estar rematado en una punta, capta la energía cósmica y ésta se extiende y multiplica de nueva cuenta en su base para beneficio de quienes reciben esos campos magnéticos. Ya en la actualidad, varios científicos de mente abierta, han construido replicas a escala de pirámides con materiales diversos, con las dimensiones exactas de las pirámides de Keops o la de Teotihuacán del Sol (de la cual hablaré en una próxima entrega) y las han usado para introducir personas de pie para cargarlas de energía. Los resultados han sido realmente sorprendentes. Se dice que si la cabeza de los individuos queda exactamente abajo del remate superior de la pirámide, la energía cósmica pasa directamente a las personas las cuales adquieren actitudes muy distintas a las que manifestaban con anterioridad al experimento. Los cuerpos de algunos los reyes mesoamericanos y faraones egipcios, se podían mantener en calidad de momias, quizás, debido a esa gran fuente energética emanada de esas bellas y muy solidas construcciones. En Monte Albán Chiapas, existe una tumba de esa naturaleza (hablaré de ella en otra oportunidad).

Lo que es un hecho, es que a través de los siglos, las personas le han atribuido muchos poderes místicos a esas atractivas construcciones piramidales. Hoy, en el mundo entero se continúan construyendo pirámides que la gente usa para conservar alimentos, medicinas o se les usa como amuletos, talismanes o pequeños dínamos, dicen, para cargarse de energía. Todo ello, permanece, casi siempre, a nivel privado y hasta la actualidad, no se ha tenido noticia ampliamente verificable de que esa energía cósmica tenga algún efecto práctico como lo fue en tiempos remotos, aunque sus defensores juran y perjuran que la riqueza energética adquirida es muy cierta. Lo que si es de una verdad irrefutable, es el hecho de que solo una súper raza pudo haber logrado tal proeza, portento y milagro de ingeniería que aún en la actualidad con el uso de computadoras y muchos otros recursos de alta tecnología, no sería nada fácil de alcanzar. Es posible que también esas fabulosas pirámides pudiesen ser una especie de observatorios astronómicos permanentes. También, quizás, fueron construidas para mantener unida la naturaleza cósmica a la humana, tratando de encontrar el equilibrio perfecto, de ahí que planteará al inicio del texto que una de las respuestas estaría en el cosmos mismo. Un ejemplo de ello podría ser la pirámide Truncada de Pacaritampu, entre Cuzco y Machupicchu que cubre la superficie de muchas hectáreas en tierras peruanas que auxilia a comprender los mitos y la cosmogonía de los Incas. Representa la fusión de lo masculino y de lo femenino, del sol y de la luna, del cielo y de la tierra. Sorprende su trazado que fue hecho siguiendo las trayectorias de la luz, del primer haz de sol durante los solsticios y los equinoccios, por lo que constituye en si misma, una auténtica pirámide observatorio astronómico de la antigüedad.

Las pirámides mesoamericanas, fueron auténticas Moradas de los Dioses y el conocimiento de la tierra, de las estrellas y del cosmos mismo como una unidad y fue guardado ese conocimiento para todos aquellos observadores que fueran capaces de desentrañar y desvelar los misterios de la creación y del infinito con una percepción distinta a los seudo-científicos materialistas de nuestra época que dividen y fraccionan, rompiendo siempre con la totalidad y la unidad con el todo DIVINO.

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