La luminocidad artificial del dia se dejo sentir en todos los cuerpos que transitaban como hormigas por la que pudiese ser la plaza pricipal de esa ciudad subterrànea. La multitud iba y venìa sin recato y a toda prisa como si en verdad supieran que hacìan o hacia adònde dirigìan sus veloces y apresurados pasos.
Se trataba de un planeta de cientos de miles de habitantes, incrustado en una orbita heliocèntrica, rodeado de dos satèlites que lo auxiliaban a regular su equilibrio como si de dos gigantes magnetos suspendidos en el espacio se tratarà...
La distancia de este planeta oscuro, de vida artificial subterrànea y de dimensiones nada despreciables, se encontraba a millones de años luz del màs pròximo astro celeste con vida. Habìa sido habitado por seres mimetizadores que eran capaces de imitar cualquier forma de existencia y mientras lo hacìan se posesionaban de la identidad de los seres a quienes imitaban, a tal grado que resultaban ser identicos. Se trataba de extraños seres camaleònicos dignos de envidia, podìan subsistir en cualquier ambiente, hùmedo, seco, acuoso, inclusive alimentarse y vivir de muchas e inimaginables formas, casì se podrìa decirse que resultaban inmortales, invencibles.
Mi presencia en su medio ambiente, no les incomodaba, se podrìa decir que ni siquiera me tomaban en cuenta, pasaba inadvertido, pero en algunas ocasiones, algunos de ellos me imitaban, hacièndome creer que en su planeta, existìan otros parecidos a mi o a mis iguales...Ese tipo de comportamiento por parte de ellos, me resultaba muy desconcertador, me confudìa en demasìa y me molestaba.
Recuerdo que un dìa, cuando era mucho màs joven, estando en mi planeta - perteneciente al sistema solar-, fuì contactado por unos extraños seres, mientras me encontraba descansando tirado sobre una pila de rocas amontonadas a manera de plataforma, en uno de los patios de mi escuela. Habìa salido a tomar aire fresco en el tiempo de receso que se nos otorgaban entre clase y clase.
Aquel dìa en particular, me sentìa muy aburrido. Las clases habìan sìdo pèsimamente expuestas por los profesores. El tiempo transcurrìa màs lento que de costumbre. El calor estaba insoportable, caìa como plomo derretido sobre todos. Fue asì que en el descanso decidì apartarme de mis compañeros de grupo y refugiarme en un patio ubicado en la parte trasera de la escuela, donde precisamente habìan amontonado las rocas y piedras sobrantes de una construcciòn, las cuales ya no se necesitaban para nada. Ahì fuì a recostarme un rato, tenìa pensado ya no retornar a las demàs clases, me sentìa molido de tanto estar sentado escuchando estupidez y media. Me sentìa como una càscara de nuez flotando en un triste charco, cuando sabìa que existìa un gran oceàno de posibilidades en otras partes, en el firmamento por ejemplo, en el vasto universo, que no me cansaba de admirar cada vez que podìa hacerlo. Siempre fuì considerado por mis amigos y familiares como una persona extraña, retraìdo y ademàs problemàtico por ser tan crìtico y agudo. De hecho, tenìa muy pocos amigos y mi familia era tan pequeña que nuestro cìrculo se reducìa a unas cuantas personas. El mundo, la vida, todo,se me hacia muy aburrido, falso y tedioso, me resistìa a parecerme a una vaca o a un gato pachorrudo y flojo, pero vivìa soñando cuando estaba despierto y viviendo cuando estaba dormido, cuando soñaba...Me realizaba màs en dimensiones a las que nadie accesaba, que en la vida misma. Me la vivìa recriminàndome el hecho de no haber nacido en alguna otra parte del universo. En algùn lugar en el que pudiesen suceder cosas extraordinarias a cada momento y no en esta tierra en lo que todo era plano y sin gran atractivo especial.
Pero, ese dìa, las cosas cambiarìan, contradicièndome profundamente en mis conceptos. Juro que no estaba soñando. De verdad lo juro. Lo que visualice en el firmamento, resultò ser sensacional y le vendrìa a dar un vuelco a mi vida, a toda mi insignificante y aburrida vida. Ese medio dìa, fue un parte aguas: Era uno y despuès de lo que me sucedrìa, habrìa de ser otro totalmente distinto.
Recuerdo que la boveda celeste estaba totalmente azul. Se trataba de un azul metàlico que me fascinaba observar y ese dìa precisamente, tocò en suerte que el cielo se engalanara con ese hermoso tono y que ademàs varias zonas estuviesen adornadas por espectaculares gazas blancas que flotaban y se desplazaban lentamente a lo largo y ancho del cielo, semejando diferentes figuras y formas geomètricas-asimètricas y de muy distintas proporciones.
Cual no serìa mi sorpresa que al tenderme en las rocas, mi mirada atarìda como por un poderoso imàn, ubicò no muy a lo lejos, un extraño objeto flotante plateado, no mayor a la cabeza de una tachuela. Me le quedè observando un par de minutos, y acto seguido, se moviò de lugar lentamente para irse a refugiar dentro de una de las grandes nubes que se encontraban cerca de èl. Todo el suceso se hubiese quedado asì, de esa magnitud y relevancia poco tarscendente y sin mayor importancia, pues se sabe que actos similares, suceden en repetidas ocasiones en varias partes del mundo. Aunque debo aceptar, que el hecho de visualizar objetos flotantes de forma extraña en el firmamento, tampoco es cosa de todos los dìas o que les suceda a todos, los crea o no la gente y ya eso darìa a ese evento un toque muy distinto y diferente a otros que son cotidianos o comunes y corrientes.
El punto central, fue que al visualizar ese fantàstico y extraño objeto, en mi cerebro apareciò subitamente y de inmediato, algo asì, como una pantalla e hice contacto visual con los pilotos o tripulantes de esa nave: Fue algo indescriptible, sensacional y muy sorpresivo y a la vez atemorizante: No tenìa control de parte de mi mente y todo se sucedìa de manera espontànea y dinàmica, sin poder intervenir mediante mi voluntad en ese fluir de extrañas sensaciones. Jamàs habìa sido testigo receptor de tales impresiones emotivas, nunca en mi existencia.
El enlace entre ellos y yo, durò unos cinco minutos, fue algo parecìdo a percibir que ambas partes eramos concientes de haber enlazado unos con otros. Hubo un impace de algunos segundos, algo parecido al asombro y la sorpresa. Por lo regular la gente no acostumbra a mirar el cielo y mucho menos a medio dìa, cuando el sol alumbra en todo su apogeo. Fue algo casual el hecho de que yo hubiese volteado hacia las alturas, las circunstancias lo permitieron al estar acostado boca arriba sobre las rocas, de otra manera hubiese sido muy poco probable el que lo hubiese hecho, por lo regular lo acostumbraba por las noches, pero no durante el dìa.
De repente la nave se empezò a mover lentamente y descendiò un poco màs. En ese momento, no sè por què, en el patio donde me encontraba, se levanto una tremenda polvareda que impedìa continuar observando el firmamento. Realicè un gran esfuerzo y no perdì de vista al objeto volador que se fue a ocultar a una de las nubes que tambièn avanzaban con lentitud empujadas por el viento. Tratè de enfocar mi vista con mucha atenciòn en la nube, pero me resultò imposible volver a observar al extraño aparato plateado...Un par de minutos despuès, apareciò ante mì un compañero de clase, de nombre Duilio Rossati Tierno, italiano, y con asombro me dijo: " Lo viste"? Y yo le contestè: " Si ". Y èl agregò: " Què increible, no?". Si-contestè- Fue sensacional. Y me dije para mis adentros: " Si supiera que hice contacto con ellos"...Despuès vendrìan los viajes intergalàcticos de visita al planeta de seres camaleònicos...
Se trataba de un planeta de cientos de miles de habitantes, incrustado en una orbita heliocèntrica, rodeado de dos satèlites que lo auxiliaban a regular su equilibrio como si de dos gigantes magnetos suspendidos en el espacio se tratarà...
La distancia de este planeta oscuro, de vida artificial subterrànea y de dimensiones nada despreciables, se encontraba a millones de años luz del màs pròximo astro celeste con vida. Habìa sido habitado por seres mimetizadores que eran capaces de imitar cualquier forma de existencia y mientras lo hacìan se posesionaban de la identidad de los seres a quienes imitaban, a tal grado que resultaban ser identicos. Se trataba de extraños seres camaleònicos dignos de envidia, podìan subsistir en cualquier ambiente, hùmedo, seco, acuoso, inclusive alimentarse y vivir de muchas e inimaginables formas, casì se podrìa decirse que resultaban inmortales, invencibles.
Mi presencia en su medio ambiente, no les incomodaba, se podrìa decir que ni siquiera me tomaban en cuenta, pasaba inadvertido, pero en algunas ocasiones, algunos de ellos me imitaban, hacièndome creer que en su planeta, existìan otros parecidos a mi o a mis iguales...Ese tipo de comportamiento por parte de ellos, me resultaba muy desconcertador, me confudìa en demasìa y me molestaba.
Recuerdo que un dìa, cuando era mucho màs joven, estando en mi planeta - perteneciente al sistema solar-, fuì contactado por unos extraños seres, mientras me encontraba descansando tirado sobre una pila de rocas amontonadas a manera de plataforma, en uno de los patios de mi escuela. Habìa salido a tomar aire fresco en el tiempo de receso que se nos otorgaban entre clase y clase.
Aquel dìa en particular, me sentìa muy aburrido. Las clases habìan sìdo pèsimamente expuestas por los profesores. El tiempo transcurrìa màs lento que de costumbre. El calor estaba insoportable, caìa como plomo derretido sobre todos. Fue asì que en el descanso decidì apartarme de mis compañeros de grupo y refugiarme en un patio ubicado en la parte trasera de la escuela, donde precisamente habìan amontonado las rocas y piedras sobrantes de una construcciòn, las cuales ya no se necesitaban para nada. Ahì fuì a recostarme un rato, tenìa pensado ya no retornar a las demàs clases, me sentìa molido de tanto estar sentado escuchando estupidez y media. Me sentìa como una càscara de nuez flotando en un triste charco, cuando sabìa que existìa un gran oceàno de posibilidades en otras partes, en el firmamento por ejemplo, en el vasto universo, que no me cansaba de admirar cada vez que podìa hacerlo. Siempre fuì considerado por mis amigos y familiares como una persona extraña, retraìdo y ademàs problemàtico por ser tan crìtico y agudo. De hecho, tenìa muy pocos amigos y mi familia era tan pequeña que nuestro cìrculo se reducìa a unas cuantas personas. El mundo, la vida, todo,se me hacia muy aburrido, falso y tedioso, me resistìa a parecerme a una vaca o a un gato pachorrudo y flojo, pero vivìa soñando cuando estaba despierto y viviendo cuando estaba dormido, cuando soñaba...Me realizaba màs en dimensiones a las que nadie accesaba, que en la vida misma. Me la vivìa recriminàndome el hecho de no haber nacido en alguna otra parte del universo. En algùn lugar en el que pudiesen suceder cosas extraordinarias a cada momento y no en esta tierra en lo que todo era plano y sin gran atractivo especial.
Pero, ese dìa, las cosas cambiarìan, contradicièndome profundamente en mis conceptos. Juro que no estaba soñando. De verdad lo juro. Lo que visualice en el firmamento, resultò ser sensacional y le vendrìa a dar un vuelco a mi vida, a toda mi insignificante y aburrida vida. Ese medio dìa, fue un parte aguas: Era uno y despuès de lo que me sucedrìa, habrìa de ser otro totalmente distinto.
Recuerdo que la boveda celeste estaba totalmente azul. Se trataba de un azul metàlico que me fascinaba observar y ese dìa precisamente, tocò en suerte que el cielo se engalanara con ese hermoso tono y que ademàs varias zonas estuviesen adornadas por espectaculares gazas blancas que flotaban y se desplazaban lentamente a lo largo y ancho del cielo, semejando diferentes figuras y formas geomètricas-asimètricas y de muy distintas proporciones.
Cual no serìa mi sorpresa que al tenderme en las rocas, mi mirada atarìda como por un poderoso imàn, ubicò no muy a lo lejos, un extraño objeto flotante plateado, no mayor a la cabeza de una tachuela. Me le quedè observando un par de minutos, y acto seguido, se moviò de lugar lentamente para irse a refugiar dentro de una de las grandes nubes que se encontraban cerca de èl. Todo el suceso se hubiese quedado asì, de esa magnitud y relevancia poco tarscendente y sin mayor importancia, pues se sabe que actos similares, suceden en repetidas ocasiones en varias partes del mundo. Aunque debo aceptar, que el hecho de visualizar objetos flotantes de forma extraña en el firmamento, tampoco es cosa de todos los dìas o que les suceda a todos, los crea o no la gente y ya eso darìa a ese evento un toque muy distinto y diferente a otros que son cotidianos o comunes y corrientes.
El punto central, fue que al visualizar ese fantàstico y extraño objeto, en mi cerebro apareciò subitamente y de inmediato, algo asì, como una pantalla e hice contacto visual con los pilotos o tripulantes de esa nave: Fue algo indescriptible, sensacional y muy sorpresivo y a la vez atemorizante: No tenìa control de parte de mi mente y todo se sucedìa de manera espontànea y dinàmica, sin poder intervenir mediante mi voluntad en ese fluir de extrañas sensaciones. Jamàs habìa sido testigo receptor de tales impresiones emotivas, nunca en mi existencia.
El enlace entre ellos y yo, durò unos cinco minutos, fue algo parecìdo a percibir que ambas partes eramos concientes de haber enlazado unos con otros. Hubo un impace de algunos segundos, algo parecido al asombro y la sorpresa. Por lo regular la gente no acostumbra a mirar el cielo y mucho menos a medio dìa, cuando el sol alumbra en todo su apogeo. Fue algo casual el hecho de que yo hubiese volteado hacia las alturas, las circunstancias lo permitieron al estar acostado boca arriba sobre las rocas, de otra manera hubiese sido muy poco probable el que lo hubiese hecho, por lo regular lo acostumbraba por las noches, pero no durante el dìa.
De repente la nave se empezò a mover lentamente y descendiò un poco màs. En ese momento, no sè por què, en el patio donde me encontraba, se levanto una tremenda polvareda que impedìa continuar observando el firmamento. Realicè un gran esfuerzo y no perdì de vista al objeto volador que se fue a ocultar a una de las nubes que tambièn avanzaban con lentitud empujadas por el viento. Tratè de enfocar mi vista con mucha atenciòn en la nube, pero me resultò imposible volver a observar al extraño aparato plateado...Un par de minutos despuès, apareciò ante mì un compañero de clase, de nombre Duilio Rossati Tierno, italiano, y con asombro me dijo: " Lo viste"? Y yo le contestè: " Si ". Y èl agregò: " Què increible, no?". Si-contestè- Fue sensacional. Y me dije para mis adentros: " Si supiera que hice contacto con ellos"...Despuès vendrìan los viajes intergalàcticos de visita al planeta de seres camaleònicos...
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