viernes, 26 de junio de 2015

LA EPOCA IMPLACABLE

Un par de años atrás,( ya no recuerdo la fecha exacta), escribì acerca de un gran compañero de quièn siempre guardè muy gratos recuerdos. Me informaron, hace unas horas, que había muerto  hacìa apenas dos noches de una terrible infección en la garganta que por desgracia se le trasladò a los pulmones, provocándole una complicada congestión bronquiopulmonar...Me dijeron que había padecido fiebres muy altas y que aunque lo habían revivido, su cuerpo ya no resistió màs a sus 79 años de edad: Se presentò primero un delirio y después una tremenda tos sanguinolienta ahogándolo en su propia sangre...
Esa noticia me conmovió profundamente, porque mi amigo había sido un hombre muy fuerte a los veinticinco  o veintiséis años. Èl era un poco mayor que yo, quizás ocho o diez años màs. Asistimos  a la Selva chiapaneca en los 90`s, al llamado del ejército Zapatista de Liberación Nacional. Ese sorpresivo, incipiente pero significativo movimiento armado que tratò de revolucionar muchas cosas en el país. Acudimos a la Primera Convención Nacional de Aguas Calientes, Chiapas, junto con varios amigos màs, igual de camaradas, pero nunca tan importantes para mì como lo fue èl. Era un activista que surgió de las tareas del campo, en su natal Oaxaca. Estaba lleno de vida, de planes, de proyectos y siempre con una firme y definida tendencia de la ayuda a su prójimo y a sus semejantes. Era un hombre recio, de cuerpo corpulento y musculoso, digno representante de nuestra raza de bronce: Taciturno, de pocas palabras pero certeras, palabras mismas que agotaban pronto sus historìas. Me impresionaba tanto que jamàs lo pensé muerto. Siempre que deseaba recordarlo observaba con gran detenimiento una fotografía que nos habíamos tomado con unos guerrilleros del EPR durante el trayecto al campamento del EZLN en la localidad de las Margaritas. Alguien me envió esa fotografía. La he perdido, la busquè durante un tiempo como un loco entre todos mis triques y libros y ya ahora no la busco màs; lo malo es que la memoria visual ya està siéndome pobre y me da miedo recordarla de manera alterada. No logro aceptar su derrota ante la parca y sobre todo de la manera en como la vida se la inflingiò...
Desde este sillòn, donde ahora me encuentro, en un patio como cualquier otro, observando un frondoso árbol de follaje casì dorado, en sitios que corresponderìan a verdes palmeras, sabiendo que tanto èl como yo resultamos estar sembrados en suelo extranjero, recuerdo con desorden y con cariño, aquellos tiempos poéticos, de invenciones e imposturas geniales: Hablo del armamento moderno que nunca llegó, de pueblos indígenas inocentes que buscaban agua y encontraban charcas que los satisfacían y dejaban plenos, de hombres dormidos que jamàs supieron trasladar el descontento social, provocado por el neoliberalismo, hacia una guerra civil revolucionaria de verdad.
Todo aquello se convirtió en un sueño donde fuimos rebasados por los partidos políticos quienes aprovecharon el espacio conquistado y ecaramaròn en la Presidencia de la Repùblica a un vendedor de refrescos de cola que ahora se quiere dedicar a traficar e intoxicar a nuestros jóvenes  con la venta legal de  la marihuana...La sociedad mexicana de aquellos entonces, estaba urgida de fabricar una suerte de ídolo triunfador que ya había logrado expulsar de Palacio Nacional a un Partido Polìtico de Dictadura Perfecta, pero nadie se imaginaba un futuro retorno a màs, mucho màs de lo mismo...
Es Verano en el poderoso país en el que ahora me encuentro y mi relato, no acaba de tomar forma, detengo mi mente unos momentos, miro perplejo a mi alrededor e imagino si mi amigo hubiese querido morir de la manera en que le sucedió, siendo de joven tan valiente y completo, lleno de fuerza, salud y esperanza, arriesgàndolo todo por un verdadero cambio sociaeconòmicocultural en el país.
Me quedó callado y murmuro en voz alta:
-¿Habremos sido cobardes ? ¿ La batalla final no supìmos merecerla ?
Ahora, después de tantos años, aùn aguardò las respuestas con oscuras muy oscuras esperanzas, màxime que mi amigo, gran símbolo de valentía  y entrega que se hizo duro lidiando con el campo y los escasos animales de su terruño, el destino le ha traìdo a la hora de su muerte, una muy desgraciada y poco significativa indigna de un ser como èl.
¡Pobre de mi amigo! Muriò a los 79 años y nuestra guerra y sus batallas, fueron ignoradas, ya nadie se acuerda de la Comandante Ramona, de Tacho, de los combatientes poéticos. Al parecer, todo fue de tamaño casero...
Ojalà que en el tiempo que dejè de verlo, mi amigo haya conseguido mayores felicidades y fotunios. En cuanto a mì, espero tener una muerte màs digna y ser hacedor, todavía, y  testigo, de algunos cambios sociales importantes que beneficien a las mayorìas para que puedan conseguir el alimento diario para los suyos, sin vender el alma al diablo. Que la salud de sus familias estén asistidas por facultativos teniendo todos acceso a una condición de vida digna y sana, dejando de padecer por diarreas y enfermedades controlables. Que todos tengan derecho a un techo. Que ya nadie  tenga que emigrar a otros países donde somos tratados como esclavos, porque todo en México, pertenece a todos y ya no debe de haber màs pena y màs dolor para nadie...
No estoy seguro de haber escrito este relato de manera muy exacta, pero si estoy muy seguro de que la muerte de mi amigo me ha servido para confrontarme conmigo mismo y hacer a un lado mis pesares esperando que algún dìa en nuestro país, aparezcan aquellos hombres y mujeres que luchen por forjar un pueblo que destruya todo aquello que nos ha agredido y dejado instalados en el laberinto de la desesperanza y la ignorancia, sobre todo ahora que se cierne sobre el mundo una época implacable...
 

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