Recuerdo que a finales de 1969, principios de los70s, cuando apenas habia ingresado a la Universidad Autonoma de Mèxico, se llevaban a cabo numerosas reuniones por parte de las organizaciones polìticas estudiantiles. El movimiento de 1968 aùn estaba muy fresco. Las heridas estaban todavìa abiertas y sangraban. El gobierno, sus polìticos y las instituciones oficiales apoyados por el ejèrcito, habìan masacrado a su juventud en aras de una clase social pudiente de gran influencia e ingerencia en el ambito socio-cultural del paìs.
Durante las largas sesiones, los comites de lucha exigìan a los estudiantes y maestros que reflexionaran en lo que estaba por venir y se valuaràn a sì mismos para definir sus tendencias y preferencias polìticas. Las juntas estaban rodeadas de un ambiente tenso, casì siempre concluìan a jalones y con dramatismo; se sospechaban arreglos del Estado con los principales lìderes del movimiento, sobre todo, con aquellos que se cobijaròn con la bandera universitaria y desviaron la lucha hacia sus interèses muy personales y particulares. Las persecuciones de los lìderes estudiantiles y de todo aquel disidente, estaban al orden del dìa. Todos parecìamos como piedras. Reinaba el estatismo y no sabìamos quièn podrìa dispararnos o detenernos por sorpresa. El recinto universitario estaba inflitrado por espìas al servicio de los interèses creados. Nadie querìa decir nada, pues el temor rondaba por todas partes, era la universidad un autèntico terreno de topos.
En alguna ocasiòn, en una de esas multiples y largas sesiones que se llevaban a cabo en la Facultad de Economìa, fui al baño. Ahì, me encontrè con un estudiante al que le apodaban Sòcrates. Su aspecto era extraño, ojeroso, de tes muy blanca, siempre vestìa de negro, y no hablaba mucho. Lo conocìa de tiempo atràs y en muy pocos meses, daba la impresiòn de estarse deteriorando con gran rapidez. De repente, empezò a vomitar. No paraba. Los espasmos de su vientre y pecho eran imposibles de dominar. Me volteò a ver de reojo y tratò de disculparse, emitiò una mueca con su boca y trato de esbosar una sonrrisa: " Estas malditas reuniones me son insoportables, no aguanto tanta tensiòn"... Me dijo que las personas agresivas le provocaban angustia y que a menudo tenìa que hacer uso de ejercicios de respiraciòn antes de retornar al auditorio. Un maestro que impartìa la catedra de economìa, se acercò y entrò al baño. Nosotros guardamos silencio. Momentos despuès, saliò, dejando el sonido del agua que seguìa cayendo en el inodoro. Me le quedè viendo a Sòcrates y sacò de su bolsillo un paquetito de algodòn en el cual habìa un pequeño frasco con lìquido ambar.
- En èste frasco hay toda clase de sueños -me dijo muy convencido.- Te apartas de todos y de todo en tu propia soledad...Y piensas - prosigiò diciendo- y oyes como revolotean tus pensamientos a tu alrededor, como dioses mitològicos que huyen de pronto de los libros de texto. Ellos no te alcanzan a oir. ¡ Es bellisima la soledad no tienes de que preocuparte de nada, de lo que puedan decir de ti los demàs o de como te miran o de que les pareces o de si debemos o no de cambiar al sistema!
Quitò el tapòn de la botellita y se precipito el contenido hasta el fondo de un solo trago.
- Muchos de los sueños son, evidentemente, obra de los verdaderos revolucionarios que pueden desahogar su resentimiento contra el sistema dentro de mì sin peligro alguno, contra la polìcia antimotines, contra los soldados que masacraron a nuestros hermanos y aùn contra las vendidas autoridades gubernamentales...
-Veràs-continuò diciendo mi compañero.-Tengo que estar dispuesto a afrontar cualquier tipo de riesgo, mientras estoy en pleno vòmito existencial en estos apestosos baños escolares. A veces, me la paso borrando todas las estupideces escritas en las paredes de estos retretes, hasta el momento en que me vuelven a llegar las ganas de vomitar. Despuès de todo, soy un filòsofo de la modernidad y sus excesos...
A pesar de sus temores, de sus aprensiones y de su debilidad, mi compañero no faltaba a las principales clases o a los seminarios, su presencia era muy importante para todos, aunque a ùltimas fechas se le apreciaba bastante deteriorado. En alguna ocasiòn, una maestra de sociologìa, le pidiò que comentara la estrategìa que acababa de poner en vigencia el gobierno para rescatar la inestabilidad social en que vivìa el paìs, Sòcrates se levantò, pàlido y sudoroso pero aparentando serenidad y respondiò: " Esa estratègia en muchos aspectos es oprimente y clasista, es mucho mejor que nos sigan vendiendo drogas, pues eso es màs humanitario que masacrarnos cada vez que no coincidimos con ellos"...Se hizo el silencio. No hubo comentarios, la maestra le indicò de mala gana que tomarà asiento. Hubo un gran murmullo en la clase. Todos los estudiantes quedamos muy alborotados: Varios compañeros se levantaron y salieron ruidosamente del salòn. Comprendì que todos estabamos condenados a una època de decadencia y derrota.
El semestre concluyò y perdì el contacto con mi compañero el filòsofo. Tiempo despuès me enterè de que su deterioro fue en aumento cada dìa màs. En alguna ocasiòn alguien, casì riendo, me dijo que ya no estaba vivo, que ese asqueroso, se habìa suicidado en el baño de la Facultad. Guardè silencio, sintièndome muy triste...Venia lo peor para mi paìs, Sòcrates desde ese entonces ya lo sabìa.
Durante las largas sesiones, los comites de lucha exigìan a los estudiantes y maestros que reflexionaran en lo que estaba por venir y se valuaràn a sì mismos para definir sus tendencias y preferencias polìticas. Las juntas estaban rodeadas de un ambiente tenso, casì siempre concluìan a jalones y con dramatismo; se sospechaban arreglos del Estado con los principales lìderes del movimiento, sobre todo, con aquellos que se cobijaròn con la bandera universitaria y desviaron la lucha hacia sus interèses muy personales y particulares. Las persecuciones de los lìderes estudiantiles y de todo aquel disidente, estaban al orden del dìa. Todos parecìamos como piedras. Reinaba el estatismo y no sabìamos quièn podrìa dispararnos o detenernos por sorpresa. El recinto universitario estaba inflitrado por espìas al servicio de los interèses creados. Nadie querìa decir nada, pues el temor rondaba por todas partes, era la universidad un autèntico terreno de topos.
En alguna ocasiòn, en una de esas multiples y largas sesiones que se llevaban a cabo en la Facultad de Economìa, fui al baño. Ahì, me encontrè con un estudiante al que le apodaban Sòcrates. Su aspecto era extraño, ojeroso, de tes muy blanca, siempre vestìa de negro, y no hablaba mucho. Lo conocìa de tiempo atràs y en muy pocos meses, daba la impresiòn de estarse deteriorando con gran rapidez. De repente, empezò a vomitar. No paraba. Los espasmos de su vientre y pecho eran imposibles de dominar. Me volteò a ver de reojo y tratò de disculparse, emitiò una mueca con su boca y trato de esbosar una sonrrisa: " Estas malditas reuniones me son insoportables, no aguanto tanta tensiòn"... Me dijo que las personas agresivas le provocaban angustia y que a menudo tenìa que hacer uso de ejercicios de respiraciòn antes de retornar al auditorio. Un maestro que impartìa la catedra de economìa, se acercò y entrò al baño. Nosotros guardamos silencio. Momentos despuès, saliò, dejando el sonido del agua que seguìa cayendo en el inodoro. Me le quedè viendo a Sòcrates y sacò de su bolsillo un paquetito de algodòn en el cual habìa un pequeño frasco con lìquido ambar.
- En èste frasco hay toda clase de sueños -me dijo muy convencido.- Te apartas de todos y de todo en tu propia soledad...Y piensas - prosigiò diciendo- y oyes como revolotean tus pensamientos a tu alrededor, como dioses mitològicos que huyen de pronto de los libros de texto. Ellos no te alcanzan a oir. ¡ Es bellisima la soledad no tienes de que preocuparte de nada, de lo que puedan decir de ti los demàs o de como te miran o de que les pareces o de si debemos o no de cambiar al sistema!
Quitò el tapòn de la botellita y se precipito el contenido hasta el fondo de un solo trago.
- Muchos de los sueños son, evidentemente, obra de los verdaderos revolucionarios que pueden desahogar su resentimiento contra el sistema dentro de mì sin peligro alguno, contra la polìcia antimotines, contra los soldados que masacraron a nuestros hermanos y aùn contra las vendidas autoridades gubernamentales...
-Veràs-continuò diciendo mi compañero.-Tengo que estar dispuesto a afrontar cualquier tipo de riesgo, mientras estoy en pleno vòmito existencial en estos apestosos baños escolares. A veces, me la paso borrando todas las estupideces escritas en las paredes de estos retretes, hasta el momento en que me vuelven a llegar las ganas de vomitar. Despuès de todo, soy un filòsofo de la modernidad y sus excesos...
A pesar de sus temores, de sus aprensiones y de su debilidad, mi compañero no faltaba a las principales clases o a los seminarios, su presencia era muy importante para todos, aunque a ùltimas fechas se le apreciaba bastante deteriorado. En alguna ocasiòn, una maestra de sociologìa, le pidiò que comentara la estrategìa que acababa de poner en vigencia el gobierno para rescatar la inestabilidad social en que vivìa el paìs, Sòcrates se levantò, pàlido y sudoroso pero aparentando serenidad y respondiò: " Esa estratègia en muchos aspectos es oprimente y clasista, es mucho mejor que nos sigan vendiendo drogas, pues eso es màs humanitario que masacrarnos cada vez que no coincidimos con ellos"...Se hizo el silencio. No hubo comentarios, la maestra le indicò de mala gana que tomarà asiento. Hubo un gran murmullo en la clase. Todos los estudiantes quedamos muy alborotados: Varios compañeros se levantaron y salieron ruidosamente del salòn. Comprendì que todos estabamos condenados a una època de decadencia y derrota.
El semestre concluyò y perdì el contacto con mi compañero el filòsofo. Tiempo despuès me enterè de que su deterioro fue en aumento cada dìa màs. En alguna ocasiòn alguien, casì riendo, me dijo que ya no estaba vivo, que ese asqueroso, se habìa suicidado en el baño de la Facultad. Guardè silencio, sintièndome muy triste...Venia lo peor para mi paìs, Sòcrates desde ese entonces ya lo sabìa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario