viernes, 23 de septiembre de 2016

EL BOTE DE BASURA

En la ciudad donde vivo, ni por asomo existe algo llamado especialidad urbanìstica. Radico en Mèxico Lindo, mi Distrito Federal, ahora llamado distinguidamente CDMX.  Y que para los aztecas era ¨El Corazòn de la Tierra¨. Se trata de un lugar que creciò, despuès de 1521 a capricho de los Jefes de Gobierno y Presidentes de La Repùblica...Todos ellos no han sabido  nunca nada de trazos geomètricos, mucho menos de còmo se debe de  ir edificando una ciudad de manera correcta. Tampoco saben gran cosa sobre Democracia y es por eso que siempre imponen su voluntad por sobre la de los demàs teniendo la ciudad hecha un desgarriate total, conviviendo amontonados con una poblaciòn mayor a los veinte millones de habitantes, encimados y hechos mueganos todos. Los padrecitos de la iglesia dirìan: ¨ Hay que vivir como Dios manda, hijos¨ !!!
Mi hogar, se encuentra ubicado en el barrio de Coyoacàn ( lugar de Coyotes ), entre una callejuela angosta y  otra retorcida que van a desembocar a un hermoso y frondoso parque donde los autos no transitan y que para dar con ella, es como hacer un test de inteligencia, casì nadie le da a la primera.
En alguna ocasiòn, no muy lejana en tiempo, una mujer se detuvo ante la puerta de mi casa. Vestìa una gabardina color arena, poco gruesa, insuficiente para el frìo de aquella tarde invernal. Reforzaba la insuficiencia de su abrigo, con una boina que le protegìa la cabeza y portaba una bufanda para calentarse el cuello. Su bufanda era de un tamaño sùper familiar: Larga, de esas de confecciòn casera, tan larga que de un sòlo enrroscamiento podrìa abarcar varios pescuezos  de una familia al mismo tiempo. En su mano derecha portaba una maleta de tamaño mediano, hecha de vinil, tratando de imitar piel autèntica. El personaje de mujer esa,  porque era toda una autèntica ficciòn, contemplaba detenidamente la puerta de mi casa, su actitud era de esos seres que  buscan pero que desconocen como accesar al timbre. La expresiòn de su cara, era tiràndole a una idiota forastera que trata de encontrar señales ante una puerta que ni es la que pretende y que ademàs obviamente, no tiene timbre. Yo la espiaba por detràs de las cortinas de la ventana y me decia para mis adentros:¡Què fastidio, otra pinche vendedora!!!
Sorpresivamente, abrì la puerta con toda la intenciòn de fastidiarla y a quemarropa muy firme y con voz recia y ronca, pero educadamente le dije:
-Buenas tardes, señora. ¿Le puedo servir en algo?
- Imbecil, ¿Esta usted loco?...Demonios, que susto me ha metido!- tomò aliento y recuperàndose un poco, agregò
-Y nada de señora, señorita, por favor!!!
No aguantaba la risa por dentro, los movimientos de mi panza me delataban, me tuve que meter la mano a la bolsa del pantalòn para desesperadamente sostenerme los calzones que se me bajaban hasta las ingles, la desconfigure todita, todita y eso me ecantò.
Con màs calma y bajàndole de tono a su voz, ratificò la mujer
-Señorita...
Estaba ya entrada en años y voluminosa. Claro que ella a como diera lugar, se esforzaba en disimularlo con una ridìculas luces muy vivaces entremetidas en los demàs pelos de su caballera y una sùper faja que le comprimìa el cuerpo, desde la parte alta del pecho, hasta el bajo vientre empalmàndose en sus gruesos muslos y muy anchas nalgas que quedaban atrapadas en una especie de cucurucho que la hacian ver como un animal sobrenatural muy similar a lo que podrìa ser una guajaolota grandota de dos pechugas, con un gran corpachòn, lista para ser  sabrosamente horneada...
-Le puedo servir en algo?-le repetì la pregunta.
-No! Por ahora, no- acomodàndose el busto sin ningùn recato, mismo que se le votaba por lo apretado de la faja- gracias. Me quedaron de recoger por aqui unos amigos y me llamò la atenciòn su vieja puerta, por eso me acerquè màs de la cuenta...
-Pues mire usted, no ha venido nadie todavìa. ¿No desearìa esperarlos aqui adentro de mi casa?
-Usted perdone. Pero despuès de lo que ha pasado, yo supongo...
-No suponga nada, mujer. Soy yo el que lo siente, no estuvo bien sorprenderla de ese modo-le expliquè sonrriendo. ¿Quiere hacer el favor de pasarse?
-Si, señor, muchas gracias. Ya me estaba cansando de estar parada.
Instalados en la sala, fumaban y bebian refresco de cola. No me voy a molestar en describir la estancia, pero ustedes ya se pueden imaginar en que condiciones se encontraba todo, en una casa de soltero de màs de cincuenta años de edad: lo peor de lo peor!!!
Ella balbuceo, pero se presentò
-Soy actriz-dijo muy segura-. Vengo a  la gran ciudad a trabajar en una obra teatral. Los crìticos dicen que tengo mucho talento.
Tratè de imaginarme a ese inmenso personaje pechugòn y nalgòn en el escenario. De inmediato me acorralò con una pregunta
-¿Es usted periodista o escritor?
-¿Por què lo dice usted?-tratè de ganar un poco de tiempo, mientras me reponìa de su intrèpida audacia.
-¿De izquierda o de derecha?
-Me parece que esta usted preguntàndome muchas cosas a la vez-le dije un poco incomodo. Y no quiero resultar grosero. Yo ni siquiera sè cuàl es su nombre.
-Me conocen como la Chuchis, asì me puede llamar tambièn...Y quizàs no me explico bien-se disculpò usando un tono de voz muy diferente-, pero su casa es un basurero, vive usted dentro de un bote de basura, hay cosas tiradas por todas partes y eso da la impresiòn de que no ve la realidad por lo que me dije,  bien podrìa ser todo un escritor o periodista que viven siempre en las nubes, instalados en un muladar.¿ No es asì ?
Me tenia atrapado, caracho!!!...
-Si, señorita. Asì es-pinche vieja gorda, me dije a mì mismo muy enojado, ya se desquitò bien ràpido la cabrona, pero me controlè.
-¿Què quiere que le diga? No me ha sido posible encontrar una buena sirvienta, honesta y honrrada como para dejarla entrar a levantar todo este tiradero.Le juro que en eso estoy. Lo digo porque es verdad, se lo aseguro-me sentia muy incomodo, queria gritar, correr, vengarme de esta actriz de carpa de segunda, de vodevil y cancàn de la calle
-Tranquilìcese, no es para tanto. No tiene porque justificar nada- la cìnica, denotaba un tremendo aire de superioridad y grandeza, la parte alta de su cuerpo se hinchaba como el pecho de un palomo en el ritual del cotejo, y digo palomo y no paloma, porque parecìa luchador de la triple A sin màscara.
-Fue tan sòlo un simple comentario...Pero yo me permitò insistir-volviò a la carga-, de veras, lìmpie bien todo, se puede enfermar respirando tanto polvo, imagìnese un ataque de asma, estando tan solitario, hasta cadàver podrìa quedar sin que nadie se diera cuenta-y agregò- Quiera Dios que no vaya a ser asì, pero el diablo es el diablo, uno nunca sabe...
-¡Ah, claro, claro!- Aparente tranquilidad y me le quedè viendo profundamente, deseaba encontrarle algo agradable al maldito demonio èste con apariencia de mujer que la vida me habia enviado a la mismisima puerta de mi casa y que ahora me estaba madreando feo y bonito en mi propia sala, de la forma màs sutil y estùpida que jamàs nadie me lo habìa hecho nunca. Por dentro estaba que sacaba chispas.
-Me las va a pagar esta recabroncita!!!- me dije muy envalentonado y empecè a urdir un plan, pero como tenìa mucha flojera, preferì repetir uno que ya habìa experimentado con otra chica, una de mis cumbres de vida pasional. Aquella de ojos como almendrados y orejas enormes proyectadas fuera de su cràneo como las del sùper ratòn o de papalote al estilo Dumbo. Esa mujer que me excitaba bastante, al grado de terminar siempre en tremendos movimientos carnales propios de la calentura juvenil. Claro era yo mucho màs joven y podrìamos decir hasta guapo.
-Ejem, ejem-carraspeo contenièndose la seudo actriz- usted perdone ¿ sigue ahì?
Me le quede viendo con ojos de tigre con problemas de tiroides.
-No se precipite, estaba tratando de recordar algo.
-Que gracioso, yo tambièn-dijo la histrionica Chuchis casì gruñendo y marcando excesivamente su expresiòn.Platicaba entusiasmadamente algo acerca del teatro gesticulando exageradamente. No le entendìa nada de lo que me trataba de decir.Le llenè  nuevamente su vaso de refresco y  puse cara de estar atento para disimular, pero continue recordando còmo fue que me topè con a aquella orejoncita sexi: Un dìa decidì salir a ligar. Me fui de ligòn al centro mismo de la ciudad. Era un dìa sin contaminaciòn. Medio dìa brillante con un tremendo y ardiente sol de primavera. La mujer a cazar, saliò de entre una selva de cuerpos en urgente carrera que parecìan màs bien una tribu desaforada con una fuerza inmensa, cuyos ojos apuntaban hacia otra ola de tamaño gigante de gente que corrìa en sentido contrario, nadie podrìa creer que se trataba de lo que un dìa fue la calle de Madero, pero en verdad asi era; ahora la cambiaron por un estùpido e imbecil pasaje peatonal atestado de gente sin escrùpulos que transitan empujàndose los unos a los otros la mayor parte del tiempo. Ella y yo, accidentalmente nos dimos un empujòn y ese empujoncito, una vez que nos disculpamos y nos presentamos, quien lo iba a decir, nos condujo màs tarde a darnos como unos cien besos y muchos abrazos sùper calenturientos hasta saciar mis màs bajos instintos, en un zaguan de la calle de 5 de Febrero, muy cerca de la Farmacia Paris. Todavìa tengo fresco en la mente, como si hubiese sido ayer, como primero acercàndome lentamente a ella, la aspire por mi nariz repetidas veces. Se dedicaba a dar clases de yoga y ese dìa venìa de impartir sus conocimientos. Estaba muy sudorosa, pero no me importò. Ella me dijo lo que pensaba de mi y yo le dije lo que pensaba de ella. Fue cuando la empuje dentro del zaguan, le jale el pelo, le mordì el pezcueso y la aprete fuertemente de su panza hacia mì. Quièn sabe còmo diablos, los dos fuìmos a dar al suelo. Fue algo ridìculo, pero a la vez muy circense, digno de ella  como maestra de yoga que era, caimos en caida libre dando la impresiòn de esos niños de circo chinos con sus muchas marometas repletas de flexibilidad. Pero como estabamos como locos, poco nos importò.Ya instalados en el suelo de manera forzada, nos dijimos muchas cosas bonitas. Yo la observaba atentamente. Ella tenia una boca hermosa, unas piernas muy bien formadas y unas nalgas exquisitas, bien desarrolladas y entonces un pendejo perro, empezò a husmearnos de manera reiterada. La temperatura nos descendiò a ambos y nos reincorporamos. Salimos de nueva cuenta a la calle, nos tomamos de la mano y nos fuimos caminando rumbo a la Catedral. Ahì, ante la gran sede de la fe mexica y a mano derecha el Palacio Nacional, nos soltamos de la mano, no sin antes mandarme una señal sexual con su dedo en mi palma, empujàndolo y retiràndolo, lo que a mi me prendiò de inmediato, plantàndole en su preciosa boca un tremendo y sonoro beso sùper cachondo. Despuès me tomò del brazo con gran firmeza y fuimos bajando las escaleras de la estaciòn del metro y cuando casì estabamos dentro, nos encontramos con un guey de frente, dicièndome que era el esposo de la yogui!!! No pues ni las manos pude meter. Me ha arremetido con una gran furia, un tremendo chingadazo que hasta vomite. Desconozco el tiempo que estuve fuera del mundo y cosa muy rara, el madrazo fue entre la boca, la nariz y la frente y a mi me dolìan mucho las tripas. Me subì al metro y me bajè en la estaciòn Hidalgo para trasladarme hacia Miguel Angel de Quevedo en Coyoacàn. La separaciòn de aquella chica fue muy dolorosa y tambièn muy ruda, pues si yo no la asaltè, al contrario la amè. Ese cabròn se pasò de lanza, carajo...A la instructora no la volvì a ver jamàs, todo sucediò en un abrir y cerrar de ojos con debut y despedida inmediata. Los chismosos del metro, me comentaron cuando aùn estaba todo apendejado, que saliò despavorida y se ocultò en la mismisima Catedral y el marido no la pudo encontrar.
-Oiga, señor, me marcho. Gracias por todo- al escuchar el tono de la Chuchis, regresè de mis recuerdos.
-Por què? ¡No por favor!- aparentè interès, si me las debe esta actriz de pelìcula  de quinta a la mexicana, me dije a mi mismo. Espere cinco minutitos màs, està muy interesante lo que me cuenta.
-¿Esta usted loco o què? Deje de contarle cosas hace media hora, cuando le vi la cara de estùpido que ponia, retorcièndosele todo el cuerpo. Hasta pensè que se podia estar tratando de un ataque epileptico-hizo una breve pausa- si se me hace que es usted periodista o escritor. Me marcho mi amigo-contuvo su gran sistema respiratorio que incluìa sus grandes y voluminosas chiches y soltò lo que ya se le atragantaba en su pezcueso-. Ah! no sea tan descortès con sus invitados y por favor, señor, lìmpie este cochinero, caramba!!!
-Usted perdone-intervine educadamente, escuche el abrir y cerrar de la puerta-. Para esos momentos ya estaba de nueva cuenta detràs de las cortinas de la ventana, solo,  odiàndome por ser  un anciano pellejudo y obsoleto, bapuleado ahora por esa infeliz gorda hermana de lucifer, salida del inframundo. Me sentia  como un militar disfrazado con uniforme de veterano de guerra de esos con sus mùltiples medallas falsas en el pecho, totalmente estupidizado sin poder emitir palabra alguna y que los usan mucho los gobiernos para darle seriedad a sus actos civicos...
-Por Dios, que pasòoooo. Me duelen las tripas como que quiero vomitar. ¿Dònde diablos està el bote de basura?

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