sábado, 10 de septiembre de 2016

ULTIMOS DESEOS

A su fallecimiento, el cadàver deberà ser envuelto en una manta gruesa, como lo hacen en los barcos los marinos. El peso serà suficiente para hundirse casì de inmediato y se le arrojarà al fondo del oceàno. Antes, se alquilarà una embarcaciòn de buen tamaño, donde se trasladaràn los amigos que deseen acompañar al cuerpo. Se les atenderà a todos con las mejores viandas, vinos y la mejor mùsica que gustò en vida el difunto. Toda esta ceremonia se llevarà a cabo en Puerto Escondido, Oaxaca, un dìa despuès del deceso...
Esas  fueron algunas de las claùsulas del testamento pùblico que dejò Julian Campesino a un notario de la Capital de la Repùblica Mexicana en el año de 1974...
Horas antes de morir en la sala de la casa de Julian.
Suena el telèfono. Descuelga.
-Sì, diga.
- ¿El señor Julian Campesino?
-Asì es. Dìgame¿Quièn le habla?
-Del servicio funerario...
-¿ Què desea?
-Sr Julian, que nos aclarè algo...
-Si todo està muy claro, carajo!!!
-¿Ordenò usted que lo envolvièramos en una lona como si fuera un taco?
-Mire, recabròn, no se haga el chsitoso eh, sì eeeeeh...-Julian se voltea ansioso buscando un cenicero. El cuarto desde donde contestò el telèfono, està totalmente en desorden: libros tirados por todas partes. Un escritorio lleno de papeles. Montañas de colillas de cigarros. Envases vacìos de botellas de aguardiente en muchos sitios del enmaderado piso y polvo sobre todos los muebles. Conteniendo la respiraciòn, retoma el auricular, no sin antes botar muy lejos un libro que le estorba la mano. Arrebata del escritorio un cuaderno de notas al que le hecha un vistazo.
-Mire usted ¿ Està ahì?
-Sì, don Julian, aqui estoy. Lo escucho.
-Bien, las cosas hàganlas asì -se despeja la garganta arrojando al piso un gargajo-: Compren una lona de la mejor clase, muy fuerte para que el agua no penetre. La quiero color verde botella como esas de sidra; no muy oscura, tirando màs bien a que transparente. Me amarran bien fuerte, no flojo, porque luego los mecates se sueltan. Me envuelven y colocan a los lados piedras y fierros para hundirme muy profundamente, bastante bien hundido. Tienen que alquilar una embarcaciòn grande-Se queda pensando unos instantes- Con su jefe o algùn otro empleado, ya hablè del vino y las bebidas y toda la mùsica para los invitados. En el barco, irà un mariachi y un trìo. Es mi voluntad que todos beban y se emborrachen bien borrachos, que queden todos bien pedos. Ya en el centro de la Bahìa, me sacan a cubierta, se hace un brindis y me avientan al mar y al caer al agua, todos chocan sus copas y botellas y gritan: ¡ Hasta que te largaste hijo de la chingada!..Espero que todos se rian y canten las de Alfredo Jimenez y el Juanga. No quiero que nadie llore, quiero que todos estèn de muy buen humor, sobre todo ahora que estoy tan cerca de la ¨Mierdera Meta¨ y que las cosas me salieron tan bien-se hace un corto silencio y el empleado de la funeraria lo escucha sonrreir-. Todos se la pasaràn bebiendo, comiendo y disfrutando de la mùsica y del hermoso mar oaxaqueño, hasta el otro dìa que regresaràn al puerto-Se queda pensando unos instantes alzando la cabeza, mirando las nubes por la ventana de su cuarto que pasan bajas y a buena velocidad- Y yo serè muy feliz viviendo  mecido eternamente en el mar...
-Entendido, don Julian...Ahì pasamos por usted...
La voz del viejo se fue apagando, se escuchò un tronido y luego un largo zumbido en el auricular...

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