El mundo cuenta con una fuerza energética general que bien podría estar significando su totalidad participativa dinámica terrestre y su enlace, quizàs, està relacionado directamente con nosotros .
Cuál será el espíritu del mundo, visto éste como si de un ser vivo se tratará?
Nuesta civilización, se carcteriza por poseer un hilo conductor en su base, aunque la Torre de Babel que construímos, nos distáncie, a todos, uno de otros. Los diferentes lenguajes, las formas particulares de comunicarnos, presentan a los individuos como extraños de una cultura a otra, sin embargo, en los más de seis mil millones de habitantes del planeta, existe una base que nos identifica como poseedores de una matriz perteneciente a la mal llamada humanidad.
La energía espiritual, va más allá de lo que pudiese significar la operatividad cerebral. En cada uno sabemos que existe y que de hecho nos mantiene activos junto con la totalidad de órganos que componen nuestros cuerpos.
Pero, de la existencia espiritual, hasta el momento, sabemos muy poco y siempre ha sido abordada , en el mejor de los casos, por medio de cuestiones metafísicas y en el peor de ellos, a través de enfoques meramente esotéricos- ocultistas.
El cerebro ya está, y aunque todavía necesitamos profundizar mucho más en lo que a su operatividad se refiere, la verdad es que algo se sabe acerca de sus funciones y de cómo está integrado.
Respecto a la mente, parece que se trata de un proceso surgido directamente, de la funcionalidad y operatividad dinámica del mismo cerebro. La mente opera, como si de la naturaleza se tratará; es decir, incluye todo: Un volcán, una ,mariposa, una rana, un águila, un auto, un poste, gente. El proceso mental, no cuenta con una dirección preestablecida, capta todo; somos nosotros los que le otorgamos una continuidad a lo percibido, pero sobre todo, a aquello que más nos afecta o interesa: Tengo que pagar el teléfono, la renta, el auto, la comida. Y esas ideas nos podrían acompañar todo el día, impidièndo la participación de otras que aunque presentes en nuestro contenido mental, pasan a un segundo o tercer plano. Esa sería , por decirlo asi, la actividad mental, emanada del mismo cerebro, opera de manera similar a la naturaleza, simplemente fluye y pocas veces se detiene.
En cuanto a la consciencia, que pudiese estar significada por tener conocimiento fino de algo, exacto y reflexivo, como pudiesen ser de actos, sentimientos, pensamientos, y de nosotros mismos, con pleno uso de todas nuestras facultades, sabemos muy poco o casí nada. Pocos, muy pocos seres, son poseedores de una instancia llamada consciencia y por supuesto, està comprendìda en una categorìa superior.
Ni que decir, de una supuesta actividad espiritual, instancia ubicada, con toda seguridad, fuera de toda actividad cerebral y mental y de la que han sído poseedores sólo unos cuantos terrícolas hasta la fecha: Platón, Buda, Cristo. Los cuales, de seguro, sí poseían cerebros extraordinarios, con un funcionamiento impecable.
Parece entonces, que la estancia espiritual, aunque no la conocemos, sí la podemos observar a través de las acciones y los hechos de humanos significativos, de aquellos faros, la cual han externado a lo largo de sus vidas mediante el ejemplo y la praxis. Visto esto así, podríamos decir que también han existido personas de menor categoría que tienen a lo largo de sus vidas, varios chispazos de aportación meramente espiritual y que han redundado también, en beneficio de sus semejantes.
Lo espiritual en nosotros, entonces, está referido a la sensibilidad y los pensamientos y cuestiones, alejadas de lo material, en donde nuestra actividad inteligente se hace de toda nuestra energía y la transforma en una gran sensibilidad que nos otorga una gran fuerza y valor para actuar. Se trata de arribar a una realidad distinta a la de los bienes materiales terrenales.
El espíritu del mundo, pues, la conexiòn, la hacemos entre todos, es o constituye la suma de todos y, al parecer, en la actualidad son muy pocos los dedicados a las actividades enfocadas a lo espiritual, a practicar la sensibilidad y los pensamientos alejados de los interéses materiales. Entonces, al mundo visto como individuo, le está haciendo falta el fluìdo de energía exclusivamente espiritual que debiera emanar de cada uno de sus pobladores, para poder entablar conexiòn con la totalidad del espìritu del planeta. La fuerza espiritual nuestra, màs allà del cerebro, pero que tambièn lo necesita, debiera tener una especie de sustancia para poder conectarse con la màxima energìa de nuestro mundo.
Pero sucede, que de acuerdo a los datos recabados hasta la actualidad y de todo lo que hemos sido testigos, resulta que no somos bondadosos por naturaleza y que la sociedad con todos sus vícios, no nos hecha a perder -como antiguamente se creía- convirtiéndonos en amorales y perversos. Ni tampoco que nacemos iguales exprofesamente. Hacemos el mal, porque no todos nacemos iguales, existen personas mucho más dotadas que otras y la gran mayoría se encuentran en estados involutivos, lo que dificulta, aún más, la afluencia de sentimientos altruístas, manifestados de manera espontánea, estando en vez, guiados por una cerebro- mente programada que siempre parte de la expectativa de que se le devuelvan los favores brindados, aunque pretenda negarlo. La consciencia opera ahì, de manera muy dèbil, casì inexistentemente. Todo esto, es la cruel muestra de la insignificancia de nuestra verdadera naturaleza, disque humana.
La destrucción, es la parte fuerte de la cultura, constituye su modus operandi, es la fuerza que ahora mueve a la civilización entera. Los pobladores de esta tierra han tomado consciencia de su estado contingente y de su irrelevancia- eso sì lo tienen muy claro- y eso ha dado como motivo, la aparición de comportamientos depredradores e irrespetuosos que sólo buscan preservar las existencias de manera individual, a costa de los demás e incluso, de las generaciones por venir. Su lema es: EVITA LO MALO, LO QUE TE HACE DAÑO Y SALDRAS GANANDO.
La inmensa mayoría, evita a toda costa, enfrentarse a contingencias de límite que los expongan a aceptar que obran y pueden obrar mal, aunque muestren otra apariencia, alejándose cada vez más de la capacidad de perfeccionamiento de la especie. Y todo ello, lo debemos de considerar profundamente, ya que al parecer, somos también, poco nobles, violentos y egoistas y unos más que otros, sin salvarse casí nadie.
El espíritu del mundo, visto así, podría ser considerado como una aspiración inútil, una posibilidad inalcanzable, no habrìa posibilidad alguna de conexiòn, cosa que así ha sído y así ha resultado. Sería, algo así, como una pérdida de tiempo para todos, tratar de conseguirlo. Platón, Buda, Cristo y demás redentores, han acabado sus días muy mal: Envenenados. crucificados, perseguidos. Sus pensamientos, sus filosofìas,su ejemplo, les han funcionado a muy pocos, y otros también, muy, pero muy pocos, practican sus preceptos.
Al parecer, todo es debído a los inacabados cerebros con los que se cuenta, pese a que la instancia espiritual, va más allá de ellos, ya que sus estructuras, por circunstancias aún desconocídas por la ciencia, siempre se hayan en yuxtaposición y contradicción impidiéndo los enlaces o interconexiones finas. Da más la impresión de que un espíritu de nuestro mundo, proveniente de la suma de todas nuestras acciones, a manera de conexiòn, resulta ser un sistema muy complejo y que todos trabajamos o actuamos en total desarmonía como para lograr integrarlo y acoplarlo, lo cual demuestra que es por eso que no podemos llevar a cabo ningún proyecto de salvamento social de la especie y que nuestras aspiraciones, son verdaderamente inútiles desde siempre y como lo han sido hasta el momento.
Somos seres muy limitados, hay que aceptarlo, no podemos, por diseño, alcanzar la categoría espiritual, mucho menos para conectar con nuestro mundo, permanecièndo aislados y retraìdos de su màxima y fina energìa. Nuestras limitaciones son muchas, de humanos, sólo tenemos el nombre. Es lamentable, pero real y tristemente cierto...No lo cree usted asì?
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