jueves, 27 de septiembre de 2012

EL VIEJAZO!!!

- De cualquier forma- Dijo el tipo-, esto clarifica todo. Lo he dicho mil veces. No han querido escucharme: " ¡¡¡La muerte es una gran ficción!!!
-Hmmm, estoy adivinando que vas a salir con una mamarrachada esotérica!!! De esas de magos, hechiceros, profetas, sacerdotes, alquimistas, adivinos, nigromantes, astrólogos, pontifices o brujos. Encargados por las divinidades angelicales de guiar y alivianar el peregrinaje del hombre por este valle de lagrimas...Y protegerlo de enfermedades y desgracias. Y claro, eso incluye su muerte y predecirles el futuro. 
¡ No jodas con esos temas en estos tiempos de miseria y esclavitud, carajo!!! Te pareces a esos pastores de iglesias brasileñas que se la pasan diciendo estupidez y media por la televisión- Le contestó la esposa, muy enfadada.

Habían terminado de cenar, como se hacia todas las noches, en esa humilde casa. El, se dedicaba a dar clases de filosofía en una escuela primaria, y ella, escribía critica sobre la farándula, en un pasquín de un centro comercial y opinaba sobre las vidas de los artistas, de cualquier parte del mundo. Se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina para prepararle un cafecito a su genio esposo...Volvió al comedor con las taza humeanate, él se había ido a sentar a su sillón preferido. El sillón, era de esos altos de respaldo ancho y casí redondo del asiento. Era el mueble más destacado de ese humilde hogar. Quizás el más caro. Había sido colocado justo frente de la ventana que daba a un pequeño parque. Cabe decir que el mentado sillón, le daba la espalda a todo y a todos. Fue colocado en esa posición por el esposo, para evadirse de la esposa, que cada día, los estragos de la menopausia y sus achaques, la hacían más que inaguantable. El filósofo, colocado de esa manera, de espaldas despectivamente, dejaba de ver el rostro de su " amada" esposa y daba descanso así, a sus bíscos ojos, contemplando las copas de los árboles, las flores cuando nadie las había cortado para entregarlas a una ingenua novia, y el cielo cuando estaba despejado y azul, pues casí siempre había mucho esmog , en esa pequeña ciudad, ya que lo que más abundaba eran las fábricas de infinidad de manufacturas y productos de exportación y por ello la llamaban Chinataun, cuando su verdadero  nombre era Fortín de las flores...
El esposo sentado en su amplio, confortable y curioso sillón, en la forma en que lo hacia, de espaldas, también le resultaba muy fácil evadir las conversaciones con su esposa, pero en realidad eran monólogos,fastidiosos, agotadores y molestos, y además interminables...

-Aquí está tu cafecíto, mi vida- dijo ella con toda la ternura que le puede salir a una mujer menopáusica y cincuentona, depositando como todas las noches, la taza en una mesita que estaba colocada junto al sillón- Te advierto a tí, que tanto hablas de la muerte, que con el café, sí que no vas a poder dormir y quizás por eso dices que la parca no existe...Este café nocturno, aunque tú sostengas lo contrario, te mantendrá con el ojo pelón. Todas las personas que toman café en las noches se desvelan y no pueden descansar, se agitan, y tú, querido, no vas a ser la excepción...
La señora tomó aire profundamente, cosa que hacia siempre antes de decir algo muy desagradable y añadió:
-No se te vaya a ocurrir a estar de inquieto sexualmente en la noche, porque luego ya vez que los hombres de tu edad - 60 años- ya no pueden ni con su alma y lo único excepcional que tu haces con tu tripa flaca a medio parar, es salpicarme las nalgas con tu orina apestosa...¿ Crees que porque tu doctorcito te haya dicho que aparentas menos edad de la que tienes, te  vas a parecer a un tigre?...
Ninguna respuesta.
-¿Me estas escuchando? Eres tan testarudo y terco que nunca haces caso de lo que te digo. ¡ No se te vaya  a ocurrir estarme hoy jeringando, porque te lo advierto, me pongo las licras, esas que me quedan ajustaditas, para que no puedas untarme tu tripa aguada y me orines, como lo haces todas las noches ¿ Me estas escuchando, idiota ?...
La pregunta la hizo mirando hacia la parte trasera del gran sillón que no dejaba ver para nada, al pequeño y regordete marido.
-Sí- contestó con voz aburrida.
La mujer, crítica de espectáculos, era simple y llanamente una vieja. Ya sin ningún encanto. No se le podía ni siquiera llamar señora de edad. Era una vieja a secas. Cuando hablaba de nalgas orinadas, quién sabe a cuales se refería. Esas referencias, estaban referidas para gente con vitalidad y masa muscular. Pero ella solo podía ser definida como una mujer de cuerpo liso y designarla con el calificativo descarnado y grosero de vieja, rumbo a la ancianidad. La verdad, es que la menopausia, había hecho muchos estragos en ella y quizás, las malas vibras de todos aquellos artistas a los que criticaba sin piedad, todos los días.
Hizo una mueca extraña, de esas que hacen las viejas, con su arrugada boca, y mirando a su alrededor despectivamente, prosiguió con su filípico monólogo:
Estarás de acuerdo a  que como dices tú: " somos inmortales", en está pocilga no podemos vivir eternamente ¿Verdad?
Nueva respuesta monosilábica desde el sillón:
-Sí.
-En primavera y verano, te sofocas y te suda todo por todos lados, sin ventilación...Y en invierno, hasta la orina te sale fría, solo nos falta miar cubitos de hielo y cohabitar con los osos polares y los esquimales. Pero por supuesto: Cuando una se deja ir por las palabrerías de un filósofo, y lo peor, se casa con él, ya sabe una el futuro que le espera. Porque, si mal no recuerdo, según tú y tus malditas y equivocadas profecias, ibamos a vivir en una casa en el campo, incluso mencionaste algo así como un castillo medieval, un palacete que llamaste precioso. Me acuerdo que mencionaste la herencia de tu padre. Yo tonta de mí te lo creí. Y después me enteré que eras huerfano de padre y madre. Ya muy tarde me dí cuenta de tus mentiras. Eras más pobre que una rata de campo.Tu fantástico castillo, fue de naipes, se vino abajo de un soplido. Nos tuvimos que instalar en está casucha, desde un inicio...Y del aire puro del campo, que según tú ibamos a respirar todos los días, pasamos a estos humos hediondos que nos tragamos todos los días. Sí ya bien me lo decía mi madre: " ¡Ten cuidado con ese estúpido idiota que se siente genio, hija!"...Tonta de mí, te creí todo. Ya no sé si llorar, porque lo he hecho durante largo tiempo, o morirme de risa, de esta locura en que me tienes metida hasta la fecha actual.
Se escuchó un tosido breve pero fuerte y seco.
-¿ Cómo dices?- preguntó apresurada la mujer.
-Nada. Me espantaste con todo lo que dices- contestó el esposo, medio adormilado.
-¿ Lo estas viéndo, maldito ?: La humareda de las fabricas te está acabando, en está atmósfera terminaremos tísicos los dos. Y lo peor, nunca podremos salir de este infierno. Ya sé que tú siempre dices que el infierno no existe. Porque a tí sólo se te ocurren esas insensateces, y qué me dices de este infierno en que me has hecho vivir en los mejores años de mi vida. ¿ No tienes nada que decir, creyente matusalénico de la inmortalidad?
-No- fue la respuesta que salió del otro lado del sillón.
-¡Claro! ¿ Qué podrías contestar, querido, si bien sabes que me asiste toda la razón  y no necesariamente todo esto,  tiene algo que ver con la " Razón Crítica de Kant", eh? Yo tengo más razón que Santa Teresita de Jesús!!! Si no fuera por el dinerito que me gano haciéndo crítica sana acerca del mundo de los espectáculos, quién sabe dónde estaríamos, de seguro viviendo en lo más profundo de las alcantarillas de este inmundo e infernal pueblo.

La esposa, mientras hablaba, ya había recogido todos los enceres de la cena, había guardado el mantel en un cajón de la vitrina y luego agarró una canastita en la que tenía sus hilos, se sentó en su mecedora, detrás del gran asiento del esposo, y se puso a remendar un par de calcetines, sin parar de hablar.
-¡Necesitamos un milagro, señor!- mirando rencorosamente hacia el sillón-. ¿Has oído ?
Silencio, sin respuesta alguna desde el sillón.
-¿Te molesto, con mi platica?
-No.
- Estaría bueno que te molestara!!! Apenas te dignas en dirigirme la palabra. ¿ Crees que con la inmortalidad que propones, algún día podremos salir de la pobreza en que vivimos?
-No sé.
-Pues yo sí lo sé- dijo la mujer amargamente-, y creo que con todo y tus ideas de que la muerte es una ficción, acabaremos cadáveres llenos de asco, uno al lado del otro o como siempre, yo a las espaldas tuyas, para remate de tu mala fortuna...

Dió de mala gana, una puntada al calcetín y casí se pincha el dedo y continuó, ahora con tono de nostalgía:
-Recuerdo a los chicos de mi pandilla, todos eran ricos y muy simpáticos. Eran hijos de familias acomodadas. Tenían dinero de sobra: A las chicas nos compraban todo lo que queríamos. Yo bailaba con todos ellos, varios me pretendían. pero, yo lo único que quería era divertirme, muy pocas cosas tomaba en serio...Y al final, ya vez, caí en tus manos. Te creí todos los disparates que te sabías recitar de memoría, sobre todo, los del Principito: " Sólo con el corazón se puede ver lo esencial de la vida". Me dejé engañar por un tipo sin oficio ni beneficio.¡ Si supieras lo arrepentida que estoy! El peor de mis pretendientes, y ya me lo decía mi abuelita, era mil veces mejor que tú. Hasta la música de aquellos entonces, tan alegre y movida, ahora me suena  a himno de funeral, cuando la escucho en tu compañía. ¿Te das cuenta de la mujer miserable en que me has convertido?
-Sí.
-Ya no puedo más, ¿Comprendes eso?
-Sí.
Hubo un gruñido de fiera envejecida como respuesta por parte de la esposa.
-¡¡¡Eres patético!!!-Le gritó.
-¡Es que no me has entendido, mujer! Y como hablas y hablas, sólo me me dejaste decir que la muerte es una gran ficción, pero me faltaba agregar que la vida también lo es, resulta toda una ficción y eso te incluye a ti y a todos tus disparates que me has estado profiriendo todas estas horas...Jajajajjajaa( Risas de un filósofo de escuela primaria). 

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