lunes, 10 de octubre de 2011

LAS PERCEPCIONES

El lenguaje como nuestras percepciones, ponen de manifiesto nuestras limitaciones. Los sentidos tratan de auxiliarnos a resolver nuestra dinàmica cotidiana. Sin embargo, al parecer no funcionan todo lo correcto que pudieramos suponer.

El cerebro, recibe señales elèctricas provenientes de diferentes òrganos y las traslada a zonas visuales, auditivas, tactìles. Ahì es el momento preciso, de la elaboraciòn de imagenes. Estas seràn confrontadas y comparadas con las demàs experiencias adquiridas o heredadas y desataràn, en menos de un parpadèo, una serie de decisiones y comportamientos que a la postre seràn los que integren nuesrtro gran tejido social en el que nos desenvolvemos todos.

Sòlo que el ojo  y el oìdo, por ejemplo, en realidad, no ven ni escuchan como realmente son las situaciones provenientes del entorno de donde se les presentan.

Nuestras vidas, discurren dentro de un conjunto de señales captadas por nuestros principales receptores y tendràn que ser traducidas por el cerebro para que se de lugar a la apariciòn de lo que denominamos y conocemos como realidad. La fuente de esas percepciones, es la misma para todos, es una especie de matriz general de donde todos tomamos la informaciòn que nos sotiene. El cerebro por su parte, es màs que nada una especie de decodificador, un ordenador y transformador de señales. La verdad, o asi lo parece, estamos tejidos en un gran circuìto de redes y conductos elèctricos que transforman los estìmulos recibidos en significados e imagenes, ya que  es nuestro cerebro el que otorga sentido a las personas y no los sentidos por sì mismos. El entorno, el contexto, nuestro habitat, tambièn es un factor determinante ya que la posiciòn que ocupemos en los mismos, podrìan alterar la informaciòn recibida por nuestro sistema nervioso central y con ello, tambièn modificar de manera sustancial, tanto nuestra ubicaciòn, asì como el desarrollo de nuestras vidas.
Se podrìa llegar a decir, que el gran responsable, el principal responsable de todo cuanto vivimos, es el cerebro. El es quièn realiza a diario, infinidad de operaciones repidìsimas, para ofrecernos sus mejores interpretaciones de todo aquello que precibimos.

Resulta de gran consideraciòn y  profunda reflexiòn, el saber que estamos sujetos a interpretaciones elèctricas, de un mundo ilusorio que a la postre serà convertido y transformado en nuestra realidad: ¿ Es què vivìmos en un mundo de sombras y de luz que el cerebro reorganiza para facilitarnos el manejo de la relaidad?
¿El cerebro  codifica y recodifica y reorganiza para no exponernos a lo alucinante que en verdad es nuestra  autèntica realidad?

Amanecì en mi septimo dìa en el mar. El dìa anterior, habìa resultado de un gran aburrimiento: mucho calor, poco viento, un sol abrazador y quemante y mucha, pero mucha sed. En cambio, esta mañana, era humeda y tempestuosa. Esperaba con ansias que lloviera para recoger algo de agua en un cubo que llevaba en la balsa. La lluvia del segundo dìa, me habìa tonificado. Pero hoy, no se veìa que cayera ni una gota por ningùn lado. La humedad del aire, era una señal inequìvoca de anunciò de lluvia inminente. El mar lo percibìa picado y no se calmaba, la balsa iba y venìa. El sol  se dejaba ver a ratos, mientras emprendìa su  acostumbrado ascenso. Aparecìa y desaparecìa.
Transcurrieòn algunas horas y el cielo recobrò su color azul intenso. A lo lejos, sòlo unos esbozos de nubes muy claras. La posibilidad de lluvia se habìa disipado. Al parecer, mis percepciones no habìan coincidìdo con el entorno.
Ya para el atardecer, estaba muy agotado. Mi inclinè con cuidado sobre una de las orillas de la balsa y sin darme mucha cuenta, tomè desesperadamente varios sorbos de agua de mar. Una vocecilla interior me decìa que era conveniente para mi organismo. Despuès de cinco dìas a la deriva sin tomar agua, la sed provoca sensaciones muy desagradables: dolor agudo en la garganta, sobre todo a los lados de la lengua y el cuello. Tambièn dolor en el pecho. Pareciera que se va uno a asfixiar. El agua de mar, me calmaba, momentàneamente, esas tremendas molestias.

Las tormentas marinas, hacen que el mar reaparezca azul, como si se tratarà de una hermosa pintura, pero en èsta ocasiòn, no habìa sido asi. No sè cuando volverè a ver la costa. A las gaviotas volando sobre el mar. A la gente disfrutando en paz y con seguridad en la playa...Mientras tanto, una brisa suave y constante, diò iniciò y mi balsa empezò a moverse con enrgìa, aunque sin rumbo fijo, pero ese viento me relajò, me quedè dormido y mi cuerpo y mi alma, se reconciliaròn.

-¡Despierta a ese estùpido idiota que su cerebro lo hace creer que es un naufrago aquì en su celda! ¿ Pues que no ve dònde està?

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