domingo, 12 de agosto de 2012

CAYO EL TELON...

Despues de estos felices, gloriosos, ordenados, emocionantes, custodiados y muy glamurosos juegos olìmpicos londinenses, que nacieran en la època dorada de la inmensa Grecia, sòlo resta aceptar que la humanidad entera se encuentra ante una gran encrucijada: Encontramos el camino de un nuevo orden econòmico, social y polìtico viable incluyente para toda la humanidad o continuamos por la ya muy transitada ruta de las mentiras, las presiones, los abusos, las manipulaciones, el desempleo, la hambruna y la fuerza bruta, tan perjudiciales para nuestra civilizaciòn, sabedores de los gravìsimos riesgos que eso implica para nuestro planeta entero...

Se dice que los ambientes nos dan forma y estructura, segùn el lugar en donde estemos...Creo en eso firmemente.
Mi postura, por supuesto, habla de conocimientos suprasensibles, que proponen nuevos enfoques de lo observado y sentido, mediante los cuales se revela un mundo diferente que es inexistente para la gente ordinaria o comùn; serìa algo asì, como tratar de hablar a los sordos que no lean los labios o pretender hacer  ver colores a gente ciega. No obstante, en està ocasiòn, abordarè el tema de èste texto aunque carezca de un punto de vista cientìfico.

Inglaterra, territorio de anglos y sajones, no podrìa haber sido el mejor lugar para recibir los influjos de una cultura plagada de conceptos de muy alto nivel ,de maravillosos tesoros de pensamiento, observaciòn y aportes psicològicos con honduras filosòficas y grandes aciertos que la conforman, que no sòlo han impactado al mundo, sino que  ahora lo han hecho con todos aquellos deportistas olìmpicos que tuvieron la suerte de pisar aquellos hùmedos, frìos e inciertos suelos isleños.

Se tratò de una Olimpiada londinense que diò paso a la proyecciòn de las habilidades y los conocimientos con absoluta libertad. Se castigò a quièn se tenìa que castigar, perdiò el que tenìa que perder y se retirò a quièn o quiènes se deberìan de retirar, sin hacer alarde de nada. Claro que existieron algunas manchas, pero fueron las menos. Fue tal la vigilancia y la custodia de los atletas participantes que se perdiò el temor, el miedo y se diò paso a la valentìa que ayudò en mucho, al rompimiento de records y marcas mundiales. Reinaba un ambiente de paz y concordia en toda la gran isla.

El inmenso resonar del Big Ben, marcò y señalò durante 16 dìas continuos que la humanidad habìa arribado a una edad adulta. Que se diò un cambio en los deseos de continuar superàndose, Que desde ahora, existe màs confianza y que hay y prevalece un mejor estado de ànimo en todos los ciudadanos del orbe. Que hubo una gran cosecha de nuevos e importantes hèroes y la siembra de otros màs. Que fuìmos testigos de esfuerzos y luchas y de còmo se gana, se pierde y se vuelve a renacer para empezar de nueva cuenta, aunque se estè muy lastimado o herido en la dignidad misma. Hombres y mujeres que nos entusiasmaron como nunca, donde la victoria estuvo al alcance de todos y que nadie desprecio, se perdiera o se ganarà la medalla de oro, la de plata o la de bronce,  aprendiendo a sentirse bien como el ùnico fin concebible y perfectamente legitimado de la vida y de todos nuestros actos. Fuìmos testigos de esas postales eternas que nos duraràn toda la vida...

A cada momento, en cada competiciòn, las transmisones televisivas, nos hicieron testigos de que pese a todo, hay que llegar a la tranquilidad, al reposo, a la ecuamimidad de la mente para luego accionar. De que despuès de realizar los màximos esfuerzos, hay que dar preferencia a todo aquello que nos tranquiliza y llena de paz, hayamos o no, alcanzado los objetivos pretendidos . Que no hay dioses que vivan en las nubes o se encuentren en el cielo, que los humanos elevamos nuestras miradas pero que lo hacemos para evitar distracciones y permanecer en blanco  en nuestras mentes, unos segundos con nosotros mismos, agradecièndo nuestra entrega total y absoluta ante los esfuerzos realizados y premiados. Pero en verdad no vemos el cielo, nos reencontramos con nosotros mismos en la inmensidad de nuestras propias mentes. Ahora ya sabemos que los dioses jamàs se meten en los asuntos de los humanos, sino que todo depende de nosotros mismos y de la adecuada direcciòn de nuestra fuerza de voluntad, de nuestra concentraciòn para aprovechar el momento oportuno y de nuestra  adecuada preparaciòn. Porque el èxito depende no de hacer  que las cosas sucedan como uno quiere, sino màs bien, querer que sucedan tal y como se presentan y aprovechar esas oportunidades. Uno sòlo debe de enfocarse a hacer bien las cosas, que todo lo demàs  vendrà por añadidura: " No perdì, està vez no me tocò a mì " Los campeones olìmpicos defensores, no perdieron, sòlo devolvieron sus campeonatos, porque la victoria y los records no pertenece a nadie eternamente. Todo fluye, todo va cayendo, hora tras hora, minuto a minuto, segundo a segundo. Nada se estaciona, todo se esfuma como lo hacen la espuma y los vapores,  hasta alcanzar el punto de disoluciòn de nuestro destino fatal. Nuestra verdadera evoluciòn, es la disoluciòn...Tarde o temprano, entregaremos la estafeta de la vida, tal y como lo hicieron los corredores de relevos para alcanzar la meta de la realizaciòn plena. Por eso, todo hay que contemplarlo con mente tranquila como nos lo enseñaron los deportistas de esta grandiosa olimpiada, donde nos dimos cuenta que el alma y la mente son terricolas, se desenvuelven junto con el cuerpo, crecen con su desarrollo, se nutren con sus alimentos y se terminan con la muerte porque la ùnica ley que hay para ellos es la disoluciòn a cada momento. Pero en cambio nuestra fuerza espiritual, continua y nos sostiene eternamente como les sucediò a esos inmensos atletas triunfadores de Londres que la hicieron relucir para asombro y reconocimiento de todos, brindando luz por todas partes al mundo, no olvidando que la primera criatura de nuestro planeta fue precisamente: LA LUZ!!!

Las barreras han sìdo rotas. Ahora ya es tiempo de resolver la encrucijada de la humanidad, ya todos hemos sido permeados por la inmensa cultura inglesa y por todos sus sabios. Es tiempo de desarrollar, desde ahora mismo, las habilidades y de ampliar las posibilidades de logro y de alcanzar muchas metas. Es tiempo de que el influjo de esa grandiosa isla y su inmensa cultura, nos conduzca a toda la humanidad hacia una època de mejores realizaciones, de esperanza y de màs vigor. Es tiempo de nuevos comienzos, de nuevas empresas, de luchar, de combatir y de no ceder. El mundo del deporte olìmpico, nos brindò la oportunidad de la comùn-uniòn, 204 nciones participantes y miles de millones  a travès de la TV pendientes de todo y de todos y el fuego y su luz como gran sìmbolo universal. Ahora sòlo resta la realizaciòn conjunta de la " NUEVA ATLANTIDA" dirigida con lo mejor de todo el mundo, haciendo ese otro sueño, tambèn una realidad...Gracias Londres, al fin cayò el telòn de la inmadurez...


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