sábado, 10 de marzo de 2012

¡ MUCHAS FELICIDADES!

Nuestra compleja y angustiada era, habla de desconfianza, de la duda, de miedos, de falta de convicción, del deseo de no comprometerse con nada ni con nadie, de hipocresía, de gran tensión por no querer aceptar la verdad radical y de una gran dependencia a lo establecido, sobre todo a la dependencia fanática y con tintes religiosos obsoletos que impiden el crecimiento y desarrollo plenamente humano a lo largo y ancho de todo el planeta...Y si algo faltara, el tema apasionante que interesa por igual a varones y féminas, jóvenes y viejos, casados o solteros: LA RELACION HOMBRE- MUJER. Binomio que define y caracteriza plenamente la actitud de los seres humanos frente a la vida...

Se dice que lo que acontece en el hogar, en la recámara de los padres, es una mini proyección de lo que sucede dentro de una sociedad: Incredulidad, dominio, coartación de la libertad, tomar ventajas, poca solidaridad y respeto, odio, envidia, ambición, falta de sinceridad, egoísmo, poca fe en el otro y muchas otras tantas cosas que obstaculizan la obtención de alegría y placer en la gran mayoría de las parejas en el mundo.

Al parecer, los aspirantes a humanos, animales hombre y mujer, están negados para ser otros o actuar de manera distinta a como lo han practicado hasta la fecha: Discutiendo, armando conflictos, por casi todo, y procurando colocarse por sobre los otros, se trate de hombres o mujeres, no permitiendo soluciones participativas y compartidas ni justas o democráticas, dejando a un lado las necesidades e intereses de los demás, ya se trate de la familia o del país o de otras naciones. Es por eso, que tanto hombres como mujeres están perdiendo la paciencia y la tolerancia. Ya nadie escucha con interés lo que el otro dice, ni tratan de identificarse con lo que le sucede al otro. Nadie está dispuesto a mostrar su verdadera autenticidad, casi nadie, actúa con profunda sinceridad. Las épocas del interés por los semejantes, por penetrar dentro de ellos y sentir lo que les sucede para tratar de comprenderlos, ha quedado muy atrás, ha quedado .casi, en el olvido. Lo que sí puede descubrirse con gran facilidad en toda intercomunicación entre semejantes, es el temor, el miedo a la soledad, a la inseguridad, al aburrimiento, sensaciones de resentimiento y mucha, mucha culpa.

Entre hombres y mujeres, cada día más, se cae en el absurdo de los insultos, de las agresiones, de las revanchas, de las venganzas.  Ya nadie juega abiertamente, se vive de apariencias, de infidelidades entre ambos, mismas que se dan a cada momento, todos los días.  En este mundo, ya casi nadie, está dispuesto al desarme, todo es unilateral.  Los esfuerzos reconciliatorios se están agotando, nadie acepta argumentos para mostrar otras salidas, simplemente porque se piensa que no habría otra salida.  La neurosis como sinónimo de vida inútil es lo que prevalece en el entorno, es lo que reina en nuestro mundo moderno, nadie puede engañarse de lo contrario. 

En este convulso mundo sabemos que no es factible caer en soluciones simplistas o de tratar de hallar razones generales adecuadas como si de recetas médicas se tratara, pero existen muchos factores que aún podrían evitarse y con ello hacer hasta lo imposible por jugar abiertamente de nueva cuenta de modo bilateral sin escatimar esfuerzo alguno con tal de arreglar primeramente nuestros hogares, nuestras relaciones íntimas, y con ello después, al mundo entero permitiendo que el sentimiento del amor pudiese penetrar los caparazones de la soledad y aislamiento tanto de unas como de los otros facilitando con ello el crecimiento conjunto como si de dos hermosas plantas en floración se tratara, tomando su fuerza de una misma tierra, sin disputas de uno hacia la otra y viceversa.  Eso sería lograr una relación productiva y madura que tanta falta está haciendo a la humanidad entera.

Pero jamás volver a caer en felicitaciones simplonas y de poca trascendencia, de expiración casi inmediata como las que se les otorga a las mujeres en su muy manipulado día internacional, y en lugar de ello decir: Felicidades a todas aquellas mujeres del convulsionado  mundo que pese a todo y a todos, todavía se atreven a reflejar en sus ojos y rostro al ser que más aman sin esperar nada a cambio y ojalá que ello nunca desaparezca pues estaríamos corriendo el gravísimo riesgo de la extinción misma.

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