lunes, 21 de octubre de 2013

UN POCO DE MI VIDA III

Se cree que los primeros hombres y mujeres que llegaron a Amèrica, eran unos salvajes. Provenìan de frìos y estèriles territorios de Asia o de las selvàticas y calurosas regiones de Africa. Las tierras que encontrarìan en el norte, no eran mejores a las suyas. Decidieron avanzar hacia el sur, siguiendo al rey Sol. Su viaje durò cientos de años. Varias de esas hordas salvajes, llegaron a la actual tierra mexicana, estendièndose hasta ocupar, en mesoamèrica, las mejores zonas habitables. Pensaban que habìan arribado al paraiso mismo. Las tierras mexicas, eran hermosas: El clima sumamente confortable, delicioso, en su mayorìa templado. Las tribus dieron comienzo a un gran desarrollo y crecieron mucho. Una de ellas, se ubicò en el Valle de Mèxico en el Lago de Texcoco: La vegetaciòn allì, era muy abundante. El Lago estaba integrado por varios islotes que emergìan en su interior, dàndole un muy agradable aspecto.  Alrededor, varios bosques cubrìan las faldas de los volcanes: El Xitle, el Popocatepetl y el Iztaccihuatl. Las cuevas abundaban y las usaban para guareserse. Habìan otros lagos menores en las cercanìas, como el de Xochimilco y el de Chalco. La vida acuàtica era abundante.

En esas tierras, fue que se instalaron los primeros pobladores del gran Valle de Mèxico, rodeado por varios cerros hermosisimos como el del Ajusco, bañado por infinidad de flora y fauna silvestre, gran variedad de pàjaros, aves y animales de diferentes especies en las que predominaban los venados, los coyotes, los ocelotes, conejos, ardillas y tuzas: El Valle de Mèxico, era un verdadero lugar de dioses...

A mi, siempre me ha asaltado una duda: ¿ Por què si se dice que todos salimos del continente asiàtico o africano, cuando nos volvimos a encontrar con los europeos que jalaron para otras tierras, eramos tan distintos a ellos e inclusive con formas de vida muy diferentes? Nosotros, no habìamos descubierto la rueda, ni los metales y sus combinaciones o los animales de carga...¿ Procedìamos del mismo tronco o en verdad, la vida apareciò no sòlo en aquellos continentes, sino en varias zonas de la tierra?

Los habitantes de la  actual Capital mexicana, procedemos de las tribus llamadas Nahuatlacas.  Se dice que eran siete: Los Acolhuas que junto con los Chichimecas establecieron el reino de Texcoco (lugar de riscos). Los Tecpanecas que fundaron el reino de Azcapotzalco ( lugar de las hormigas). Los xochimilcas que se establecieron a las orillas del lago al que le dieron el nombre de Xochimilco ( el lugar del terreno fertil de flores). Los Chalcas que ocuparon las orillas del Lago de Chalco ( lugar en el borde del lago). los Tlaxcaltecas que se ubicaron en el reino de Tlaxcala (lugar de pan o maìz y tortilla). Los Tlahuicas (lugar de la casa de las flores) que se establecieron en la regiòn de Cuernavaca( disfrazados ). Y los Aztecas(provenientes de Aztlàn), fundadores de la gran TENOCHTITLAN que duro màs de tres siglos dominando toda la meseta  mediante una rìgida elite teocràtica-militar...

Los Aztecas, en un principio vivieron muchos años hostilizados por las tribus contrincantes.  Pero esos sufrimientos, los hicieron muy fuertes, duros e implacables. Cuenta la leyenda que un bello pàjaro un dìa gorgojeò: ¡ tihui! ¿tihui! que querìa decir: ¡vamos, vamos! Y asì fue, un grupo de cazadores andando por el Lago, abriò unas ramas y detràs de ellas, descubriò un Aguila sobre un nopal devorando una Serpiente y mirando al Sol. Esa era la señal que les habìa pedido su Dios Huitzilopochtli (colibrì azul a la izquierda) que tuvieran muy en cuenta. Ahì, deberìan de fundar su ciudad y la denominarìan Tenochtitlan...

Tezozòmoc (señor quiebrapiedras), monarca de Atzcapotzalco, era el propietario de esas tierras. Cuando los Aztecas descubrieron la señal, le pidieron  a ese Tlatoani( Señor Rey), permiso para fundar su ciudad de Tenoch; se los concediò a cambio de que le pagaràn tributo. El lugar era muy pantanoso y estaba repleto de serpientes y alimañas, mismas que los Aztecas se comieron, para asombro de las tribus vecinas, dejando el lugar apto para ser habitado. Dividieron el islote en cuatro barrios o calpullis. Al paso del tiempo, los Aztecas, lograron establecer fuertes alianzas con los texcocanos y acabaron con el reino de Aztcapotzalco y sometieron a la ciudad rival de Tlatelolco ( en los montìculos de tierra o arena), formando la Federaciòn del Valle. La mayor influencia la tuvo Tenochtitlan...

Moctezuma Ilhuicamina, que significa: Flechador del Cielo, distinguido guerrero, fue el consolidador  y expansor del Imperio Azteca, sometiendo a todos los pueblos desde el Valle hasta tierras muy lejanas que alcanzaban territorios  comprendidos entre el Golfo de Mèxico y el Oceàno Pacìfico. Mando a construir un sistema de acueductos para suministrar agua fresca a Tenochtitlan y durante su dirigencia se creo el calendario Azteca. Era un pueblo guerrero y muy bèlico, gustaba de sacrificar a los vencidos a sus dioses, extryèndoles el corazòn y cortàndoles la cabeza. Contaba con una poblaciòn superior al millòn de habitantes.

La base de la alimentaciòn de mis antepasados era, el Maiz, el frijol, el chile y el amaranto. El maìz se utilizaba crudo, molido, tostado o cocido. Los dirigentes superiores, comìan gran variedad de carnes: Venado, conejo, codorniz, pescado, guajolote...La gente de escazos recursos, atrapaban iguanas, viboras y ratas de campo. Comìan raices,  hierbas, barro alimenticio de los lagos y nopales. Los adinerados, vestìan ropas de tejidos de algodòn, adornadas suntuosamente. Los de recursos medios, vestìan ropas de algodòn sencillas y los pobres, prendas hechas con fibras de maguey y palma. Calzaban sandalias, huaraches y zapatos. Pero la gran mayorìa, iban descalzos y vivìan en chozas y jacales de carrizo, sin muebles. Los de clase media, habitaban casas de ladrillos de adobe, reforzados con  pequeñas piedras. Los pudientes, residìan en palacios de piedra, amueblados. La comida se preparaba en metates, molcajetes y comales. Los lìquidos se bebìan en jarros de barro y jìcaras. Las mujeres estaban sometidas al dominio y servicio de los varones. La agricultura era el principal trabajo. No se conocìan ni el hierro, ni los instrumentos de labranza. Las principales herramientas
eran el Còatl, un azadòn, y el Huitli, una especie de pala. Su maquinaria era muy simple y sencilla, muy primitiva. No existìan los animales de carga, ni carros, la rueda tampoco existìa. Los Tamemes, eran hombres destinados a realizar el transporte de carga. Se desconocìa el caballo, los burros y las vacas. Los reyes Aztecas tenìan su servicio de mensajeros que les traìan pescado  fresco del Golfo de Mèxico o informaciòn militar, recibian el nombre de Painanis que significaba: el de los pies ligeros y tramitaban informaciòn religiosa. Existìan otros Yciucatitlantis que llevaban datos urgentes de guerra y los Tequihuatitlantis que informaban de las batallas o funciones militares...

El comercio, llegò a ser una importantisima actividad. Formaban  grandes caravanas con Tamemes, comerciantes (Pochtecas) y vendedores. Utilizaban el sistema del trueque que era muy intenso. Los granos de cacao, se utilizaban como monedas en varios asuntos de compra venta. Muchas de esas caravanas, servìan tambièn para llevar a cabo conquistas territoriales. Sus experimentados mensajeros eran espìas y mientras iba avanzando el gran contingente, ellos retornaban corriendo para dar pormenores de los pueblos existentes a los  jefes militares, los cuales con su poderoso ejèrcito, los sometìan para despuès esclavizarlos...

En las ciudades mexicas, habìa varios mercados permanentes y tambien otros temporales. El mercado de Tlatelolco, enclavado centricamente, era una maravilla, lo conformaban miles de vendedores provenientes de todas las regiones de gran Imperio. Era un inmenso calidoscòpio de mercancias, alimentos, bebidas, ropa, calzado. animales. Esos comerciantes, estaban muy protegidos por las autoridades y los sacerdotes. El movimiento financiero era de una gran relevancia para la economìa y la sociedad de Tenochtitlan...

Pues en el lugar que ocupaba ese gran mercado de Tlatelolco, muy cerca,  a un costado, se encuentra el barrio de Tepito. Mi barrio. Y nosotros, somos los herederos de esos antiguos, guerreros,  valientes, combativos y muy hàbiles comerciantes, orgullo de nuestra gran raza...

Tlatelolco, incluye tambièn, la zona de Nonoalco y se le conoce como Nonoalco-Tlatelolco, lugar donde està enclavada la Plaza de las Tres Culturas que tiene en su subsuelo, unas ruinas con piràmides y que fue el escenario de la masacre estudiantil en 1968...

Ahora existe en toda esa zona, una gran unidad habitacional: La Unidad Tlatelolco. Cruzando lo que ahora es prolongaciòn Paseo de la Reforma, se encuentra precisamente el barrio de Tepito. Mi callejòn, el de Carbajal; atraviesa desde Peralvillo, hasta la avenida Reforma, antes calle de Parcialidad.  Y ahì, se encontraba una escuela secundaria muy grande a la que asistìan infinidad de alumnos de toda la colonia Morelos y de la exhipodromo de Peralvillo...Junto a la ecuela, estaba una gran fabrica de pan. Una gigantezca panaderìa.

Recuerdo que salìa del callejòn y doblaba a la derecha y me dirigìa hacia el lugar donde embarcaban en camiones los panes. Por el olor del humo de las chimeneas, sabìa que ya era la hora del reparto. Tenìa varios amigos panaderos y siempre me obsequiaban un bolillo calientito. En esa panaderìa, trabajaban varios luchadores muy conocidos: El Ray Mendoza y Black Shadow...Eran mis hèroes...

Rozaba la edad de 9 años. Asistìa a una escuela primaria del gobierno, en la colonia exhipodromo de Peralvillo.  Mis tìas y yo, nos ibamos muy temprano caminando. Atravesabamos por la glorieta de la Ronda y la Calzada de Guadalupe, esa colonia se encontraba junto a la nuestra. Nadie de mis compañeritos me daba crèdito de que conociera a esas dos figuras de la lucha libre mexicana. Por aquellos entonces, los niños nos dedicabamos a llenar un album con estampas precisamente de luchadores. Competìamos por las figuritas y las tratabamos de canjear  por otras con los mejores dividendos o tambièn las jugabamos en volados con monedas en circulaciòn a sol o aguila. En alguna ocasiòn, comprè un sobrecito de estampas y me saquè a un luchador muy codiciado por todos. La empresa que patrocinaba el album no la habìa sacado y esa estampa todos la querìan conseguir, con ella completaban su album. Muchos querìan intercambiarme mi luchador a cambio de una gran cantidad de estampas. La verdad, a mi pocas veces me alcanzaba para comprar sobrecitos, mi album estaba casì vacìo, asi que aceptè el trueque con quièn màs me ofreciò al cambio. Las estampas eran tantas que casì logrè completar toda la colecciòn, pero siempre me hizo falta el luchador que habìa cambiado...El premio que otorgaban, consistìa en una màscara precisamente de ese  famoso luchador.

A mi me importaban poco las estampas. Si me incomodaba no obtener el premio, pero el Ray Mendoza y el Black Shadow eran mis super favoritos y los tenìa cerquita de mi casa en carne y hueso y los podìa ver todos los dìas en la panaderìa. El Ray, no usaba màscara,  sòlo unas capas muy llamativas adornadas con lentejuelas  y su gran copete que le sobreaslia de la frente como cinco centimetros .  El Shadow, portaba una màscara color negro acero y era un luchador con cuerpo atlètico que lucia imponente en el ring; ademàs de ser muy àgil.  Por lo fuerte y musculoso de su cuerpo, yo sabìa quien era en la panaderìa. En alguna ocasiòn, luchando contra el Santo màscara contra màscara, la perdiò, fue horrendo para mì, me sentìa morir, no lo podìa creer,  me puse muy triste, El Black Shadow era invencible, ¡Pinche Santo!...

En cierta ocasiòn, al no tener nada que hacer, me cruce por el patio de la Secundaria para ir a jugar al jardin de Santiago que se encontraba al otro lado de la escuela. Ahì habìa un cuartel militar y una iglesia de Franciscanos y el jardin con varios columpios, sube y baja y otros juegos. Entraba clandestinamente al gran patio del recinto escolar por unos espacios que habìa entre los barrotes de acero. Mi cuerpo era muy delgado y cabìa perfectamente bien. Se trataba de llegar pronto y en camino recto, de otra manera, la vuelta era tremenda con mucha pèrdida de tiempo. Lo malo del asunto, era el regreso, porque el conserje cerraba el paso y entonces me veìa obligado a regresar a mi callejòn, dando toda una gran vuelta y era cuando  ya venìa muy cansado. Tambièn debo de decir que parte de la aventura se trataba de burlar la vigilancia del conserje, pues si me sorprendia, me daba de coscorrones y dolìan mucho.

En la iglesia que existìa a un costado del jardin,  los monjes tenìan en un ataud de cristal, el cuerpo de un Santo: San Sebastìan de Aparicio. Decìan que era un beato  franciscano muy milagroso. A mi me gustaba pasar a verlo. Estaba hecho de cera y se veìa como si estuviera durmiendo, no me impresionaba mucho. Me hincaba y lo observaba y observaba, como esperando que se despertara. Nunca le solicitè un milagro, no se me ocurrìa nada,  mi mundo interno daba para mucho y mi imaginaciòn me proveìa de todo; todo lo lograba mentalmente en mis pelìculas interiores  que me servìan de ensayo para resolver el mundo exterior, vivìa sin  muchas necesidades o carencias o no me daba cuenta de ellas. Pero quien  iba a decir, que cuando nos fuìmos a vivir a la ciudad de Puebla, parte de mis estudios de Secundaria, los realicè precisamente en el Centro Escolar San Sebastian de Aparicio, sede real del Santo real, ahì si que no està hecho de cera, ahì si esta su osamenta verdadera y parece que el tiempo no le hace estragos a lo que queda de su cuerpo; ademàs, a ese Santo si le solicitè un milagro para mi madre que la iban a operar y me lo concediò, porque no la operaron y sanò. Debo resaltar que en nuestra familia no practicabamos ninguna religiòn, eramos catòlicos, pero solo de bautismo, nunca acudiamos a ceremonias religiosas de ninguna especie, aunque si recuerdo que en esa iglesia hice mi primera comuniòn, pero fue en un acto colectivo, a tal grado que mi abuela comentò:
-¡Esa comuniòn no sirviò!

Pues aquel  dìa, retornando del jardin de Santiago Tlatelolco, me vi en la penosa necesidad de retornar por el camino largo. Decidi regresar por la parte que me conectaba con la panaderìa, quizàs encontrarà a uno de mis amigos y me obsequiara un bolillo calintito. Eran ya cerca de las siete de la noche y empezaba a oscurecer. Al llegar a la esquina para doblar hacia la calle de Parcialidad, de repente vi como dos hombres que salìan de la rampa de los camiones repartidores, discutìan agriamente y se empujaban con fuerza; al separarse, ambos sacaron de inmediato de entre sus ropas, unas navajas, como  esas que usan los peluqueros. Se fueron encima uno de otro. Los cuerpos chocaron y se volvieron a alejar, sus manos y brazos volaban en el aire. Volvieron a la carga y al chocar de nueva cuenta, vi clarito, como uno de ellos, se agarraba la panza y le empezò a salir mucha sangre del vientre, le llaman cesarea. Yo ni siquiera respiraba, no me movìa de mi lugar que era en la mera esquina donde iba a dar vuelta. Me fuì hacièndo poco a poco hacia atràs. El agresor se volviò a acercar a su vìctima y le volviò a hundir la navaja en el mismo lugar. Se le saliò todo lo que tenemos dentro, le brotaron unos gruesos hilos, como varias mangueras de hule corrugado. En ese momento ya me encontraba corriendo rumbo a la calle de Peralvillo, que estaba recta hacia mi. El otro sujeto corriò por la calle de Parcialidad, en  el sentido contrario,  como rumbo a mi callejòn. En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba en mi casa. Corrì como gacela, como un conejo espantado. Mi abuela se encontraba cociendo en su màquina de costura:
-Mira que cara tràes, ¿ Pues que viste al diablo?
-No abuela-le conteste de inmediato- Vi a la muerte...
-Eso no es nada raro, esa anda por todas partes- dijo sonrriendo mi abuela-. ¡Làvate las manos y esa cara toda mugrosa, que ya vamos a merendar...

Nunca dije nada de lo que habìa sido testigo, jamàs me volverìan a dejar salir a jugar. Las ambulancias empezaron a llegar a la calle de Parcialidad, el ulular de las sirenas era ensordecedor. Los policìas iban y venìan por el callejòn como buscando a alguien. Mi abuela comentò:
-¿Que  cosa habrà pasado, tù?-Yo ni le contestè. Que bueno que llegaste a tiempo, hijo!!!...

No cabe duda, en mi barrio, todo podìa suceder, eramos comerciantes, vendedores, aguerridos y peleoneros, muy peleoneros, hasta la muerte...

1 comentario:

  1. Extraordinario el contenido histórico que manejas. La forma tan sutil y sublime en que manejas los tiempos y plasmas los detalles enriquece el contenido de tu historia, nos permite transportarnos de manera magica, formando parte de ella. Gracias!!

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